Alondra T. Rodríguez Almodóvar
Departamento de Psicología
Facultad de Ciencias Sociales, UPR RP
Recibido: 17/09/2023; Revisado: 20/11/2023; Aceptado: 18/12/2023
Sentí un dolor inmenso, vacío
del cual ya no me encuentro
del cual mi nombre ya no recuerdo.
Será que he dado todo sin pensarlo
o que ame demasiado sin dudarlo.
El tiempo ya ha transcurrido, solo queda el olvido.
De aquel evento inevitable del cual mi mente ha sacudido,
sigo pensando, pero me temo que ya no recuerdo,
sigo esperando a alguien, pero ya ni me acuerdo.
En cada paso puedo oler su aroma en su cuarto desierto,
no solo está abandonado, desolado, sino que está envuelto de recuerdos,
que no quiero recordarlos. Solo siento dolor, tristeza, ansiedad y desconsuelo
del cual no me siento y no tengo consuelo.
Golondrina, sal de tu cuarto desierto,
abandona ese nido lleno de demonios,
que aún te consumen el alma, tu espíritu y el sueño idóneo.
Sé libre de estas cadenas que arrastran tu vuelo.
Vuela de una vez por y todas
aunque tus alas hayan sido marchitadas, lastimadas, no dejes de volar.
Sigue volando sin cesar
aunque te cueste mirar hacia atrás,
tu nido oculto desaparecerá.
Aunque llegue la tiniebla, no pararás
entre nubes, bruma y aleteo
tu trayecto debes continuar.
Recuerda aquel sentimiento de esperanza
que estuvo latente en tu mente
que en tu corazón nunca quiso descansar
y hoy te dice que sigas, en marcha y vuelvas a volar.
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