Winnie E. Pérez Martínez
Departamento de Literatura Comparada
Facultad de Humanidades
Resumen:
Este estudio propone examinar dos referencias a piezas musicales occidentales que funcionan como imágenes del realismo mágico en los textos del autor japonés Haruki Murakami. Se analiza el uso de la pieza clásica Sinfonietta de Janácêk y el tema Norwegian Wood de los Beatles para crear una sensación de extrañeza en las novelas 1Q84 y Tokio Blues, respectivamente. Con este propósito, se abordarán algunas características del realismo mágico según han sido destacadas por Enrique Anderson Imbert, Erwin Dale Carter y Matthew C. Strecher. El estudio intenta mostrar cómo los textos logran preservar su "japoneidad" a pesar de los elementos narrativos que hacen referencia a aspectos occidentales, como han señalado especialistas del autor. De este modo, el trabajo se inserta en los debates críticos recientes acerca de la relación de la obra de este popular novelista japonés con el Occidente.[139]
Palabras claves: Haruki Murakami, realismo mágico, música
Abstract:
This paper is a study of references to Western music, proposed as elements of magical realism, in two novels by Japanese author Haruki Murakami. The two pieces, Janácêk’s classical work Sinfonietta and the Beatles’ contemporary song Norwegian Wood, contribute to the creation of an ambiance of oddness in the 1Q84 and Tokio Blues novels, respectively. With this function in mind, the analysis relies on characteristics of magical realism as discussed by Enrique Anderson Imbert, Erwin Dale Carter and Matthew C. Strecher. Furthermore, these elements are analyzed as they relate to the preservation of “japaneseness” within the texts despite the use of Western elements, as debated by specialists in Murakami’s work. Therefore, this study partakes in the recent criticism and debates regarding the work of this popular Japanese novelist and its relationship with Western culture.[136]
Keywords: Haruki Murakami, magical realism, music
Resulta en una idea común que cuando se habla utilizando el término realismo mágico, asociarlo con la traducción de producción literaria latinoamericana, específicamente hispanoamericana, de la primera mitad del siglo XX. No obstante, ocasionalmente es posible encontrar obras de autores que, a pesar de no pertenecer a esta tradición regional, pueden ser considerados, inclusive se identifican a sí mismos, con ese realismo mágico. Tal es el caso de las obras escritas por el japonés Haruki Murakami. (Ver anexo biográfico del autor) Críticos literarios como Matthew Strecher, argumentan que Murakami utiliza el realismo mágico para embarcarse en una búsqueda de identidad personal y explicar aspectos culturales. Así, cuando leemos novelas como Tokio Blues y 1Q84 es posible apreciar características frecuentes en el realismo mágico, como el empleo de elementos cotidianos con el fin de suscitar una extrañeza en sus personajes y lectores (Carter 1970: xiii).
Es también como parte de una conceptualización más amplia del término realismo mágico, que es posible considerar la música, utilizada con frecuencia en los trabajos de Murakami, como un elemento mágico realista que parece contribuir a la construcción de la relación entre lo extraño y la realidad en el entorno que rodea a sus personajes. Específicamente una música que nunca es japonesa, sino occidental y que, a pesar de ello, coexiste con elementos tradicionales de Japón sin aparente alteración a la identidad cultural del autor. Es, pues, preciso resaltar aquellos elementos y características propias del realismo mágico que se presentan o influencian aspectos constitutivos de la estética murakamiana, con el fin de estudiar sus posibles asociaciones y efectos en el realismo mágico latinoamericano.
Breve resumen del realismo mágico
En su ensayo El ‘realismo mágico’ en la ficción hispanoamericana, el crítico y escritor Enrique Anderson Imbert define este concepto como una categoría estética que “finge escaparse de la naturaleza y nos cuenta una acción que por muy explicable que sea nos perturba como extraña.” (1976:10) De esta manera, puede establecerse que esa sensación de extrañeza debe tener un vínculo estrecho con la realidad dentro del texto que se esté presentando. Por esta razón, resulta lógico que los elementos comunes de la vida cotidiana sean claves para mantener ese vínculo entre lo “extraño” y lo “real” en el realismo mágico. Es justamente lo que Imbert propone en su ensayo y lo que reitera Erwin Dale Carter en su texto Breve reseña del realismo mágico en Hispanoamérica, cuando dice que “es universal entre los mágicorrealistas el empleo de gran número de detalles cotidianos en sus obras.” (1970: xiii). Esta técnica es complementada por elementos que hacen posible ese vínculo, como la distorsión del tiempo, el uso del doble y la yuxtaposición de escenas, entre otras. Con esta especie de estrategias, lo que se pretende lograr es la representación de sucesos ordinarios, de forma que resulten extraordinarios al lector; consiguiendo así que lo “mágico” coexista con lo “real”, como señala Matthew Strecher en Magical Realism and the Search for Identity in the Fiction of Haruki Murakami. (1999: 268) Cabe mencionar que con esto estamos separando al realismo mágico de lo “real-maravilloso” en palabras de Alejo Carpentier.
A diferencia de la última categoría, el realismo mágico no supone interrumpir el flujo de la realidad, sino que busca coexistir con la misma sin intersecarla. Es decir, ambos se encuentran tan cerca que parecieran mezclarse, pero en vez de ocurrir una intersección, lo extraño convive de manera paralela a la realidad sin pretender alterarla. Solo se encuentra lo suficientemente cerca como para producir la impresión de estar mezclados que, a la vez, crea un efecto de ambigüedad al estar “lo real” y “lo extraño” divididos por una línea difusa. Por lo que en este trabajo me propongo examinar la inclusión de dos piezas musicales en las dos novelas mencionadas de Murakami, las que se repiten en puntos importantes de la trama. Con la Sinfonietta de Leo Janácêk y Norwegian Wood de los Beatles, se logra establecer una atmósfera de extrañeza que, sin alterar el primer plano “real”, añade ese otro plano paralelo y mágico. También, en ocasiones, el autor japonés utiliza esta atmósfera de ambigüedad para adentrarse en la búsqueda interior de sus personajes.
Literatura murakamiana
De esta forma llegamos a examinar la literatura del célebre autor japonés, cuyas obras contienen numerosas referencias occidentales, que han funcionado como puertas en países ajenos a su cultura. Por ejemplo, en España, se han dedicado libros y tesis doctorales al análisis de la literatura murakamiana, escrita por críticos como Carlos Rubio y Justo Sotelo Navalpotro e incluso se han publicado artículos sobre el autor y su obra en el periódico español, El País. Esto también ha causado críticas por parte de algunos compatriotas japoneses; consideremos el ejemplo del autor Kenzaburo Oe, quien en su conferencia “Hablando de cultura japonesa frente al público escandinavo”, lamenta la “ausencia de asuntos morales en la literatura japonesa (representada en autores como Murakami y Yoshimoto).” (Sotelo Navalpotro 2010: 20). Ciertamente, problematizando así, la identidad japonesa del autor. No obstante, las críticas a sus libros han sido bien recibidos por lectores, tanto en Japón como en el extranjero, según nos dice el mismo Murakami en De qué hablo cuando hablo de correr. También se debe destacar que, a pesar de los elementos occidentales presentes en sus novelas (especialmente la literatura y música) y de las críticas recibidas por sus compatriotas, la presencia japonesa es evidente y profunda en todos sus trabajos. Desde la geografía, que siempre es japonesa, los valores que expresan los personajes, parte de la estética dentro de sus novelas y la comida tradicional, hasta el simbolismo folklórico que muchas veces aparece en sus trabajos.
La “universalidad” de Murakami y la música
Precisando un análisis más amplio de la narrativa de Murakami, es preciso examinar la clasificación de “universalidad” que muchas veces le atribuyen sus críticos. Esta se encuentra cuando apela a los sentimientos de soledad y aislamiento, especialmente a la búsqueda de identidad que caracteriza a las generaciones contemporáneas expuestas a los medios de comunicación masivos. Tales elementos pueden ser encontrados en la mayoría de sus trabajos y es en ese intento de sumergir al lector en la profundidad de sus novelas donde el autor recurre a los elementos occidentales y a las técnicas del realismo mágico, reafirmando la universalidad de sus trabajos. Y reafirma también su identidad, una que no es ni occidental ni japonesa, sino que podríamos llamar “híbrida” por cuanto Murakami construye una realidad donde ambas culturas conviven por medio de los elementos mencionados. A través de sus obras, el autor invita al lector a mirar la realidad desde varias perspectivas, a la vez que busca el centro de la identidad individual y accede al interior de la mente (Strecher 1999: 267) para examinar aquello que vive oculto en el subconsciente del individuo en cuestión. Mas, sin importar lo fantásticos que puedan resultar los sucesos mientras se desarrolla la historia, los finales abiertos tan comunes en las novelas de este autor devuelven al lector irremediablemente a la realidad, por cuanto ambos carecen de claridad y provocan incertidumbre.
En los textos de Murakami se observa la ausencia de finales que puedan ser considerados buenos o malos; más bien, los finales en sus novelas evocan el final de la vida humana: suceden de una manera en que no proponen una dualidad, como la del bien o el mal, sino que se caracterizan por la ausencia de una resolución definitiva. Esas características de la literatura murakamiana que hemos mencionado, son perceptibles en su novela Tokio Blues, donde tenemos personajes como Naoko, que sufre de una depresión severa y continuamente busca una razón para vivir tras el suicidio de su novio, Kizuki. En esta novela el protagonista, Watanabe, quien fue el mejor amigo de Kizuki también experimenta una especie de vacío tras su muerte, acompañado de cierta apatía por la vida que resulta en el sentir que su vida no tiene propósito. En este contexto, Watanabe desarrolla sentimientos por Naoko que propician un caos sentimental en su vida mientras intenta salvar a Naoko de su depresión.
Es, por otro lado, dentro del texto de Tokio Blues donde encontramos la canción Norwegian Wood, compuesta en 1965 por John Lennon e interpretada para ese mismo año por la banda de los Beatles. La canción se presenta como un leitmotiv en el desarrollo de la historia. La misma está presente desde el comienzo cuando el protagonista la escucha dentro de un avión que acababa de aterrizar en Alemania. En esa escena, aparece un Watanabe de treinta y siete años que, al escucharla, experimenta una turbación intensa que resulta en la irrupción y rememoración de su pasado traumático.
A partir de esta escena, la música adquiere mayor importancia en la estructura narrativa, función que resulta representativa del trato que le da Murakami en otros textos. Además, en el efecto que produce la canción pueden identificarse características mágico realistas, como la disrupción del tiempo causada por la reacción de Watanabe ante la canción. De esta manera se fija la atmósfera nostálgica en el libro y una cierta alienación que siente el personaje con respecto a su capacidad para recordar detalles vívidos de un paisaje que recuerda haber apreciado en su juventud. Son detalles como estos, marcando continuamente el sentimiento de extrañeza presente en toda la novela, los que se asemejan a la enajenación característica en los trabajos de realismo mágico latinoamericano.
Sin embargo, no es hasta más tarde en la novela cuando llegamos a comprender la verdadera importancia de Norwegian Wood. Esta queda plasmada con claridad cuando Watanabe visita a Naoko en una especie de sanatorio. Naoko le pide a Reiko (maestra de música en el lugar y guardián de Naoko) que toque la canción y le explica a Watanabe que cada vez que Reiko la canta, tiene que pagar cien yenes porque es su canción favorita. Cuando Reiko termina la interpretación, Naoko comenta a Watanabe que cuando la escucha, se siente como si estuviera perdida en un bosque espeso y oscuro donde hace frío y nadie acude a su ayuda. Naoko dice esto como un comentario de paso que, sin embargo, añade una connotación sombría a Norwegian Wood.
Al pensarlo de esta manera y con la frecuencia con que se repite la misma, parece como si toda la historia desarrollada en la novela no fuera más que una parte adicional en la pesadilla de Naoko, funcionando como una jaula que asegura su destino. Es entonces cuando todo aquello que parecía familiar y ordinario viene a cobrar un sentido extraño y no-familiar, como en ocasiones sucede en el realismo mágico. Toda la historia está cubierta por el velo de Norwegian Wood, entretejida en cada escena de la novela.
Por otro lado, en 1Q84 encontramos otro leitmotiv musical, que en este caso es una pieza de música orquestal compuesta en 1926 por genio musical checo, Leos Janácêk titulada Sinfonietta. Al igual que Norwegian Wood, se menciona al principio de la novela, cuando Aomame se encuentra dentro de un taxi en camino a cumplir con su trabajo esporádico como asesina a sueldo. Mientras esperaba en medio de una gran congestión de tráfico, dentro del taxi se escucha la Sinfonietta y Aomame se sorprende al reconocerla tras solo haber escuchado los primeros acordes de la canción. Esto le resulta muy extraño, ya que no recordaba haber escuchado del compositor o de la pieza antes. No solo eso, sino que, al escucharla, experimenta una sensación “rara, semejante a una torsión”, según explica ella misma, como si “le estrujaran físicamente, de forma paulatina, todo el cuerpo”; muy similar a lo experimentado por Watanabe cuando reacciona a Norwegian Wood. Sin embargo, aquí la música funciona como un presagio del extraño futuro que le espera. Poco después Aomame se baja del taxi y encuentra unas escaleras cercanas a la carretera, identificadas como un atajo por el taxista. Al bajarlas, Aomame nota cambios en la realidad que ella conoce, como la diferencia entre las armas de reglamento y los uniformes de la policía, que parecen haber cambiado repentinamente. El suceso se presenta como un ejemplo del uso de elementos cotidianos alterados por la disrupción de la representación de lo ordinario en el estilo tradicional del realismo mágico. Esto convencerá más tarde a Aomame de que ciertamente ha cambiado de realidad, y se encuentra en una versión alterna del año 1984, al que llama “1Q84”; siendo la “Q” la abreviación de la palabra “question” (pregunta) en inglés.
Asimismo, es preciso considerar el personaje de Tengo, un profesor de matemáticas y figura protagónica en 1Q84, quien mediante una serie de hechos complejos llega a reencontrarse con Aomame al final de la novela. Tengo la había conocido en la escuela y aún conserva su recuerdo a sus treinta años. Ella, por otro lado, siempre estuvo enamorada de Tengo y con el pasar de los años se prometió no dejar pasar la oportunidad de conquistarlo si volvía a verlo. Aunque es cierto que fueron muchos los elementos los cuales contribuyeron a su encuentro, la Sinfonietta juega un papel importante, pues en otra escena se revela que Tengo tocó la pieza de Janácêk con su orquesta escolar. Igualmente ocurre, en otro momento en que Aomame se refugia a escondidas en un apartamento y escucha la pieza una y otra vez. Al final de la novela, la Sinfonietta resulta ser una especie de medio para establecer la conexión que finalmente los uniría después de tantos años. Juntos, logran escapar del año “1Q84” y regresar al 1984, convirtiendo todos los sucesos ocurridos en ese año tentativo en una irrealidad fingida, siguiendo el modelo que propone Anderson Imbert del realismo mágico. (1976: 17-20)
Para concluir
Ciertamente no puede negarse la influencia de occidente, que ha llevado a los críticos japoneses a cuestionar la identidad de Murakami, y si para el público japonés es difícil identificar esa identidad japonesa, para el lector occidental esta tarea es doblemente ardua. No obstante, como menciona Carlos Rubio, el Japón de Murakami está “en cada párrafo y en cada página; estaba en las palabras, los gestos, los valores y los sentimientos de cada personaje; estaba, sobre todo, en las flores de las soledades y en las raíces de las búsquedas de sus protagonistas.” (2010: 14)
La manera en que los personajes suelen abstenerse de hacer demostraciones sentimentales públicas, refleja la distinción entre los japoneses de lo que se conoce como “uchi” (adentro) y “soto” (afuera); valores esenciales en la sociedad japonesa. Esto se refiere a la costumbre de tomar muy en serio la cercanía que tienen los japoneses con su interlocutor antes de demostrar sus verdaderos sentimientos, por lo cual sería muy extraño ver a un japonés llorar frente a un desconocido, que forma parte del “soto.” (Rubio 2010: 150-187) Apreciamos esta distinción en la escena de 1Q84 donde Aomame, al escuchar sobre la violación de una niña de diez años, a pesar de sentirse consternada por el suceso se limita a fruncir el ceño.
Además, es muy frecuente el uso del “mono no aware”, término que se refiere a la cierta empatía con la que los japoneses aprecian los sucesos de la vida que son pasajeros. Y también es caracterizado por una tristeza pasiva en la actitud, que es visible en los personajes murakamianos, como el sentir de Watanabe ante lo ocurrido con Naoko. No debemos olvidar que todas las historias toman lugar en Japón y también hacen mención de los gatos, como es el caso de Tokio Blues, donde Naoko debe pagar los cien yenes por Norwegian Wood en una pequeña estatuilla del “maneki neko”, famosa por traer buena suerte en los negocios y cuyo origen se atribuye al mito fundacional del templo “Gotokuji”, dedicado a los gatos en Japón. Definitivamente en Murakami las presencias japonesas están tan presentes como las occidentales y parte de la singularidad del autor recae en su habilidad para lograr que ambas culturas convivan, fusionándolas sin establecer la hegemonía de ninguna, creando así una especie de identidad híbrida.
Así, podemos apreciar cómo el autor japonés maneja las técnicas mágico realistas para ilustrar aspectos de su cultura a lectores ajenos a la misma, produciendo una especie de hibridación entre las mismas, que a la vez conforma su identidad. Paralelamente, incluye influencias occidentales manipuladas para lograr explorar el sentido de identidad individual y establecer una extrañeza en la realidad cotidiana de sus personajes. Especialmente la variedad de referencias musicales como Norwegian Wood y la Sinfonietta, que hacen posible la creación de sus mundos, que en novelas como Tokio Blues y 1Q84 también se presentan como un leitmotiv permitiendo una conexión entre los personajes y sus sentimientos. Todo, mientras mantiene vigente su identidad japonesa, a través de elementos del folklor japonés y de sus valores sociales. Con este análisis, se ilustran las relaciones que pueden establecerse a través de las literaturas, que en un principio no parecen estar relacionadas, entre culturas tan distintas y cómo los elementos del realismo mágico son utilizados por el escritor para crear una forma japonesa, híbrida de realismo mágico en el que evidencian la fusión de distintas tradiciones culturales.
Anexo biográfico de Haruki Murakami
Haruki Murakami es un reconocido internacionalmente autor y traductor japonés contemporáneo. Nació en la histórica ciudad de Kyoto en 1949 y vivió una parte de su niñez y adolescencia en la también histórica ciudad de Kobe. En la actualidad vive en el conglomerado metropolitano de la ciudad de Tokio. Graduado de la Universidad de Waseda y ganador de premios como el Franz Kafka Award y el Jerusalem Prize, es uno de los autores japoneses más conocidos y leídos internacionalmente, aunque quizá no tanto dentro del archipiélago japonés. Esto se debe generalmente a la gran cantidad de influencia occidental existente en su obra que tiende a generar cierta polémica entre los lectores y críticos japoneses, quienes con frecuencia cuestionan la autenticidad de la identidad japonesa del autor. No obstante, fuera de Japón sus textos son bastante populares, con traducciones a distintos lenguajes. Las traducciones al inglés siendo las más populares, realizadas por los profesores Jay Rubin y Philip Gabriel.
Cuando se habla de la influencia occidental en Murakami, se refiere (pero no se limita) a la extensa mención en sus textos a música desde jazz (a Charlie Parker, por ejemplo), música clásica como Beethoven (o Janácêk) hasta grupos musicales como “Radiohead”, “The Doors” y “The Beatles”, entre otros. También son muy comunes referencias literarias de escritores como Fitzgerald, Tolstoi, Hemingway, Kafka y muchos más. El mismo autor menciona a Raymond Chandler, Kurt Vonnegurt y a Richard Brautigan como algunas de sus influencias literarias, aunque señala a Natsume Sōseki, Jun’ichiro Tanizaki y Ryounusuke Akutagawa entre sus autores japoneses favoritos.
Aunque por lo general se le considera principalmente como un autor de ficción, uno de los aspectos interesantes de su literatura es la lectura que críticos como Matthew C. Strecher han hecho. Se le asocia con el concepto literario conocido como realismo mágico, comúnmente atribuido a la producción literaria de autores latinoamericanos. Strecher menciona que Murakami “uses de magical realist technique in order to advance his own agenda, political, cultural or otherwise.” (Strecher, 1999: 270) Argumentos como este explican como este autor japonés termina expuesto a la cultura literaria latinoamericana, tan distinta a primera vista de la japonesa. Esto a su vez, ha despertado un debate entre los críticos literarios que intentan decidir si Murakami es o no, un autor mágico realista.
Sus trabajos creativos son por lo general novelas, pero también ha escrito varios cuentos reunidos en su mayoría dentro de las colecciones The Elephant Vanishes y Blind Willow, Sleeping Woman. Además ha escrito varios textos de no ficción, como Underground, donde examina el incidente con gas sarín ocurrido en los trenes de Tokio en marzo 20 de 1995. Entre sus novelas más conocidas se encuentran Hard-Boiled Wonderland and the End of the World, The Wind-up Bird Chronicle, Norwegian Wood y Kafka on the Shore. Aunque muchos de sus trabajos han sido traducidos al inglés, aún faltan algunos textos por traducir (en su mayoría trabajos de no ficción). A pesar de que el autor es también traductor, nunca ha traducido alguno de sus propios textos, enfocándose en traducir trabajos de autores estadounidenses como Scott Fitzgerald y Truman Capote.
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Revista [IN]Genios, Vol. 3, Núm. 1 (septiembre, 2016).
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