José Cortés-Abreu
Departamento de Finanzas y Contabilidad
Facultad de Administración de Empresas, UPR RP
Descripción
El poema es para ser leído siempre en primera persona, así que el lector participe del sueño del autor (ojalá asumiéndolo como propio). El sueño, en palabras muy resumidas, es crear un nuevo lenguaje capaz de responder a las necesidades contemporáneas. La idea de lenguaje es amplia, pretende abarcar más que un sistema de comunicación, pues quiere referirse a la cultura (como una concepción de mundo). Para la conciencia, el lenguaje es el cuerpo en el que se encarna la realidad.
El sueño del autor/lector se cumple, así como como se cumplen las profecías mesiánicas, con la segunda venida del verbo. Brota un nuevo lenguaje (un nuevo cuerpo) en el que la realidad se puede encarnar mejor, un lenguaje que abarca las brechas de la contemporaneidad. Un nuevo lenguaje capaz de encarnar en la conciencia una realidad transfigurada.
Semilla mística
Quiero sembrar una esperanza;
antigua, nueva y sencilla semilla.
Que sea pre-cosmos a sus anchas
esta simple semilla de mostaza.
a
En la cordillera, en Jayuya,
me hice cómplice de las musas.
Arrebatado por lo divino
abrí virginales caminos.
Enterré en el profundo abismo
una guitarra y siete libros
que estaban sin cuerdas y sin letras.
Mojé la tierra con sudor y sangre
entonces negando su vieja hambre
(rezando credo in nobis, mientras)
Pues sabiendo que caben más que todas las ilusiones
en el Dios-potencial de las canciones
y que se reinventa todo de orilla a orilla
cuando el Verbo en el cantor se ensancha...
Le canté a la semilla el recuerdo de un futuro:
un lenguaje
capaz de acaparar
la desparramada luz
(aun la de la noche)
de un sol, ¿cuasi eterno?
Diga aquello que queda innombrable
Le canté a la semilla el sueño de un pasado:
un lenguaje,
que sea sonido como
un río estruendoso
cayendo sobre piedras,
pero siendo aún menos
ruido que la voz del ególatra.
Brotó un nuevo lenguaje.
Signos imprevistos providentes
impactaron a mis sentidos.
Sabrosas melodías policromas
caricias con olor a utopía
Brotó
lo imposible, como un neonato mesías;
lo bello, como lo indescriptible necesario.
El Verbo reencarnado, la segunda venida.
Y ese lenguaje humanizó a la Tierra:
guayacanes como columnas,
cascadas como baños,
césped como cama.
Y ese lenguaje comulgó a la masa:
se hicieron pueblo los muertos vivos,
los que no se veían en los espejos/prójimo.
Y ese lenguaje reabrió los sentidos:
los ciegos vieron, los sordos escucharon...
los huérfanos de amar, amaron.
Y el verbo se hizo carne y habitó en nosotros.