Coral Padilla Matos
Programa de Educación Elemental(4to-6to), Español
Facultad de Educación

"La rabia es mío, eso es mío
sólo mío".
- Silvio Rodríguez

Sí. Lo vi. Presencié cuando sorbió lo que quedaba de su café. Se levantó de la mesa y se dirigía a la puerta cuando sucedió. Lo recuerdo todo muy claro. Vestía una camisa de botones de mangas cortas por eso del infernal calor primaveral y un pantalón largo de color guayaba. Me dijo que por fin iba a firmar el contrato. Primero iba a hacer unas diligencias “Tú sabes, es que no puedo pedirle a nadie que vaya por mi”. Se encontraría con Leandro en el restaurante frente a la plaza a eso de las 15:00 horas. Se le veía muy sereno, por cierto, de buen ánimo. No era para menos. Imagínese, por fin había logrado uno de sus sueños como académico: saldría en una semana para Roma como parte de un internado de investigación. Esta semana me regaló un libro, algo que jamás había hecho. Aquel último sorbo del café vino acompañado de un beso en la frente y un “Te veo en la noche”.

Le dije dos cosas claves en circunstancias diferentes. Sólo una persona inteligente como él sabría aplicarlo a los contextos pertinentes. Al menos eso pensé. Le dije “no te vayas” y la noche anterior le expliqué que cada cual es muy dueño de sus actos y decisiones. Una pena que no entendió. Al parecer siempre fui la más ladina de los dos.

Mientras giraba la cerradura de la puerta, cayó de rodillas e inmediatamente se desplomó cual hoja en otoño que se resigna al viento para morir. Lo que nunca percibió fue aquel sabor tal vez un tanto más amargo e inusual en su taza de café. Claro, jamás lo notaría porque siempre tomaba su dosis de café sin azúcar ni leche. Nunca tomaba café fuera de casa, ¿tiene esto en sus apuntes? Por eso siempre supe que sería la forma correcta.

Yo no comparto lo que me pertenece, ¿usted me entiende? El resto de la historia ya la conoce por sus investigaciones.

Sí. Fui yo. Haga los trámites pertinentes

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