Invisible work: Laundresses, ironers, and seamstresses at downtown Vega Baja in 1910
Najely Tridas May
Departamento de Sociología y Antropología
Facultad de Ciencias Sociales, UPR RP
Recibido: 20/9/2023; Revisado: 28/11/2023; Aceptado: 4/12/2023
Resumen
Este trabajo utiliza datos censales para trazar el perfil de las lavanderas, costureras y planchadoras en el barrio-pueblo de Vega Baja en 1910. Se enfoca en identificar los individuos que ejercían las previamente mencionadas profesiones, la distribución de las mismas, su nivel de alfabetización, edad y si existe una tendencia a ser jefes de familia. A partir de los datos censales, se concluye que la ocupación más prevalente es la de lavandera por la accesibilidad que presentaba, y aunque existe una prevalencia de personas más jóvenes ejerciendo estas profesiones, hay una porción significante de mujeres de mayor edad que continúan ejerciendo su profesión.
Palabras claves: censo, lavanderas, planchadoras, costureras, trabajo doméstico
Abstract
This paper uses census data to create a demographic profile of the laundresses, ironers, and seamstresses in the downtown area of Vega Baja in 1910. Its primary focus is identifying which individuals held these professions, the distribution of said professions, their level of education, age, and if there is a tendency for these women to be the heads of households. Upon analyzing the census data, the findings indicate that the most common profession was that of laundress for its accessibility, and even though a significant portion of the individuals were young women, some older women continued to practice their profession.
Keywords: census, laundresses, ironers, seamstresses, domestic labor
Introducción
Los censos han sido una herramienta utilizada por distintas naciones a través de las décadas para conocer el perfil demográfico de sus habitantes. Entre la información disponible se encuentre el sexo, edad, lugar de procedencia, lengua materna y profesión, entre otras variables. Cuando se analizan los datos que presentan los censos en conjunto, es posible ver diferentes cambios y tendencias en las poblaciones, incluyendo la alta o baja tasa de natalidad en comparación con décadas pasadas o estudiar el aumento y disminución de escolaridad en ciertas áreas o grupos. En Puerto Rico se han llevado a cabo varios censos desde la época colonial, pero el censo más temprano que incluyó a toda la población puertorriqueña se llevó a cabo en 1765. Sin embargo, no es hasta la segunda mitad del siglo XIX que surge un ejercicio censal tal y como lo conocemos actualmente (Vázquez-Calzada, 1990). Luego de la invasión estadounidense en 1898, Puerto Rico se incluye como parte del censo de Estados Unidos. Los censos, aunque utilizados extensamente en otras disciplinas, pueden ser útiles dentro de la arqueología ya que, tomando estos documentos como referentes, podemos crear un modelo predictivo de la cultura material que quizás se puede encontrar en un espacio, al igual que las dinámicas socioeconómicas y culturales que formaron ese registro arqueológico (Fliess, 2000).
El enfoque de esta investigación es el censo realizado en Puerto Rico en 1910, específicamente en el barrio-pueblo de Vega Baja. El estudio se centra en tres oficios históricamente asociados con las mujeres en la esfera doméstica: lavanderas, planchadoras y costureras, labores domésticas que eran subvaloradas por su asociación al “trabajo de una mujer”. Aunque estas mujeres recibían remuneración por su trabajo, por poco que fuese, existía la creencia que estas eran destrezas que toda mujer debía tener y que debía ejercer en su propio hogar comoquiera. Su trabajo y esfuerzo es entonces invisibilizado. Se habla de los hermosos atuendos y encajes que formaban parte de la vestimenta en Puerto Rico de la época, pero se mantienen ocultas las manos que tomaban textiles y formaban esos mismos trajes, así como las manos que los restregaban para librarlos de toda la suciedad que había acumulado o que sostenían planchas de hierro ardiente que hacían que la ropa tuviera esa apariencia inmaculada. Por eso, el presente escrito se ha realizado con la intención de aportar más información sobre la vida de estas personas y entender cómo era el perfil demográfico de estas mujeres, específicamente la distribución de estas tres profesiones en la muestra escogida, su nivel de escolaridad, su edad y cuántas de ellas eran jefes de familia.
Justificación y pregunta de investigación
Esta investigación se ha realizado para continuar y aportar a los estudios de los oficios de las mujeres en la década del 1910 en Puerto Rico. La literatura actual sobre las lavanderas, costureras y planchadoras se compone primordialmente en el estudio de estos oficios en relación con la abolición de la esclavitud en el Caribe, ya que muchas mujeres libertas seguían realizando estos trabajos después de ser liberadas para poder sustentarse a ellas y a sus familias. Igualmente, investigaciones sobre estas profesiones también son escasas o constituyen una pequeña sección en trabajos más amplios, algo que ocurre particularmente con las planchadoras. Utilizando los datos del censo, se puede adquirir más información sobre estas personas que no se puede obtener solo de la arqueología propiamente. Es por estos motivos que se indaga en la temática con la siguiente pregunta, ¿qué nos pueden decir los datos del censo sobre las costureras, planchadoras y lavanderas que podamos utilizar para enriquecer investigaciones arqueológicas sobre estas profesiones?
Objetivos
Los objetivos generales de esta investigación son: a) identificar las personas que ejercían las profesiones de costureras, planchadoras y lavanderas en Calle Delicias, Calle Alto del Cabro y Calle Lateral del Sur en el barrio-pueblo de Vega Baja en 1910 y b) presentar el perfil de las personas que ejercían como costureras, planchadoras y lavanderas en la Calle Delicias, Calle Alto del Cabro y Calle Lateral Sur en el barrio-pueblo de Vega Baja en 1910. Mientras, los tres objetivos específicos son los siguientes: a) analizar y comparar el nivel de escolaridad entre las lavanderas, planchadoras y costureras; b) examinar las edades de las personas que ejercían estas profesiones; y c) identificar cuántas eran jefes de familia.
Contexto histórico
Posterior a la abolición de la esclavitud, las personas libertas continuaron trabajando con sus antiguos dueños, a través de contratos por jornal. Tras vencer estos contratos, muchas se mudaron de los campos a zonas urbanas con la intención de conseguir trabajo en estas áreas (Alemán, 2021; Mayo Santana & Negrón, 1995). Entre estas personas se encontraban muchas mujeres que ejercían trabajos como lavanderas, una labor que les permitía recibir remuneración sin tener que gastar dinero en instrumentos para ejercer esta profesión. Históricamente, estas labores domésticas relacionadas a los textiles han sido ejercidas por mujeres que buscan generar ingresos para sus hogares, ya sea porque son jefes de familia o porque necesitan recursos adicionales para sostener a sus familias.
A principios del siglo XX se desarrolla la industria de la aguja en Mayagüez. No obstante, en Puerto Rico ya existía la producción de vestimentas hechas por costureras en sus hogares, bazares o sastrerías ubicados en los cascos urbanos (González García, 1990). La educación de las mujeres, ya fuese formal o informal, involucraba la enseñanza de las destrezas de la aguja, así que podían desarrollar estas habilidades desde una temprana edad (Barceló Miller, 1992). La posible remuneración que podían esperar las mujeres que ejercían la profesión de costurera era entre 25 centavos y un dólar diario, dependiendo del lugar donde ejercían. Aquellas mujeres que trabajaban desde sus hogares eran pagadas por pieza. Aunque no se ha podido identificar cuál era la remuneración de las lavanderas y planchadoras en esta época, existe la posibilidad que trabajaban también con un sistema de pago por pieza. Igualmente, es probable que las mujeres que ejercían estos oficios residieran en lugares próximos ya que ofrecen un “servicio completo” en relación con la vestimenta.
Metodología
En el presente escrito se estudian diferentes indicadores disponibles en el censo de población que permitan trazar un perfil de las personas que ejercían esta profesión en un sector del barrio-pueblo del Municipio de Vega Baja en 1910. Por tal razón, se realizó una revisión bibliográfica identificando investigaciones que han tocado la temática previamente, particularmente textos que se centraran en estas profesiones. Se llevó a cabo una búsqueda preliminar en el Sistema de bibliotecas de la Universidad de Puerto Rico y se consultaron algunas fuentes académicas en la Biblioteca y Hemeroteca Puertorriqueña. Igualmente se utilizaron otras páginas en línea como Jstor e Issuu.
La fuente esencial de información de esta investigación son los documentos del Censo de Estados Unidos de 1910 que se encuentran digitalizados en Internet Archive (United States Bureau of the Census, 1982). Después de examinar todas las páginas relacionadas al municipio de Vega Baja, se identificó como área de estudio el barrio-pueblo de Vega Baja. En dicho sector había 135 personas ejerciendo la profesión de lavandera, planchadora o costurera. Para trazar su perfil, se escogió como muestra las tres calles de Calle Lateral del Sur, Calle Delicias y Calle del Alto Cabro. Esta selección se basó en la diversidad de profesiones e individuos que ejercían estas labores en estas áreas, que sirve como microcosmo de lo que podía ser la situación en la época. Luego de esto, se realizó una transcripción de toda la información censal de estas personas a una plantilla de Excel. Ciertos datos tales como la escolaridad y edad se utilizaron para hacer gráficas.
Uno de los problemas enfrentados con la metodología, además de la ilegibilidad de ciertos documentos, ha sido el localizar estas calles. Aunque existen mapas y descripciones de Vega Baja a lo largo de su historia, ninguno de los documentos identificados hasta el momento hace una ilustración o descripción detallada del barrio-pueblo y solo muestran su tamaño aproximado. Esto se complica por dos razones: los nombres de las calles han cambiado y, en otros casos, es posible que algunas ni hayan tenido un nombre. Otra de las debilidades de esta investigación concierne a las planchadoras. Ha sido difícil encontrar información sobre las planchadoras en comparación con las lavanderas y las costureras, quienes en general tendían a tener más información disponible gracias a trabajos enfocados en la industria de la aguja en Puerto Rico. Finalmente, otra limitación es meramente el tamaño de investigación. El análisis hecho no es necesariamente representativo de las tendencias que quizás existían en el resto del barrio-pueblo y mucho menos en Vega Baja o en Puerto Rico. Aun así sirve como referencia de posibles resultados que podrían conseguirse en futuras investigaciones de esta misma naturaleza.
Hallazgos
En el censo de 1910 realizado en la región urbana del barrio-pueblo de Vega Baja, en la Calle Lateral del Sur había siete costureras, seis planchadoras y una lavandera. En la calle Delicias, se encontraron seis costureras, tres planchadoras y 17 lavanderas. En la Calle Alto del Cabro había una costurera, cuatro planchadoras y cuatro lavanderas. Esto es para un total de 22 lavanderas, 14 costureras y 13 planchadoras. Dicho de otra manera, las lavanderas componían el 45% de la muestra, mientras que las costureras y planchadoras correspondían al 29% y 26%, respectivamente.
La frecuencia de edad que más se observó en estos grupos ocupacionales fue personas entre 20 y 24 años. Una tendencia similar se halló también para las mujeres entre 50 y 54 años. Es importante destacar aquí que dos personas seguían ejerciendo la labor de lavandera, aun teniendo 75 y 80 años, respectivamente, mientras que la persona más joven tiene 15 (vea Figura 1).
Figura 1: Distribución de edades
Fuente: Elaborado por la autora a partir de Censo E.E.U.U. 1910
La distribución de escolaridad entre las profesiones es significante; casi todas las costureras sabían tanto leer como escribir, mientras que casi todas las lavanderas carecían de esta educación. Por el otro lado, solo un tercio de las planchadoras podían leer y escribir (vea Figura 2). Notablemente, de las 49 personas escogidas, 11 son jefes de familia y de ellas, dos vivían por su cuenta mientras que las otras vivían solas con sus hijos o nietos.
Figura 2: Nivel de escolaridad
Fuente: Elaborado por la autora a partir de Censo E.E.U.U. 1910
Discusión
La distribución de frecuencias entre las tres ocupaciones muestra la posible tendencia a ejercer la labor como lavandera por la accesibilidad de la profesión. Esta ocupación les permitía a las mujeres cierta movilidad social y libertad. Además, no era necesario comprar equipo para realizar la labor, ni requería el entrenamiento de algunas profesiones, como las costureras (Alemán, 2021; Esnard, 2022; Matos Rodríguez, 1998; Martínez Vergne, 1994; Mayo-Santana & Negrón-Portillo, 1995). El factor de accesibilidad también está presente al escoger la profesión de planchadora. Para muchas mujeres era una oportunidad para poder sustentar a sus familias o así mismas. Justamente, se debe de destacar que estos trabajos eran labores que ya se esperaban de las mujeres en sus propios hogares, y al no tener acceso a otro tipo de entrenamiento, se encuentran bajo la obligación de recurrir a trabajo remunerado solo en el ámbito de labores domésticas (Baerga, 1995). En cuanto a los niveles de escolaridad, la alta incidencia de alfabetización entre las costureras en comparación con las planchadoras y las lavanderas puede ser un indicio de que recibieron algún tipo de educación formal. Como parte de la educación de las niñas, los currículos de las escuelas les ensañaban estas destrezas o entre familias de altos estratos sociales se les incluía este entrenamiento como parte de su educación en sus hogares (González; 1990; Barceló; 1992).
El rango de edades de las personas que continuaron ejerciendo estas profesiones no necesariamente sigue tendencias vistas en investigaciones similares. Aunque en los resultados se puede apreciar mujeres jóvenes ejerciendo estas profesiones, el segundo grupo mayor es de personas entre 50 y 54, mientras que otros individuos seguían ejerciendo sus profesiones hasta sus 75 y 80 años. En comparación, un trabajo similar hecho por Picó (2000) muestra que escasamente se reportan personas con 50 años en adelante. Dos hombres de 50 y 60 años tienen como profesión “lavandera”, pero son las únicas personas de este género que aparecen en la muestra. Aquí es importante destacar la división de trabajo por género y las expectativas que se pueden tener en estas investigaciones. Beaudry (2006) señala que no se debe de asumir que un artefacto que se puede asociar con la costura o labores domésticas es necesariamente una indicación de que una vez hubo una mujer en ese espacio. Esta información del censo revela el por qué. No obstante, es una realidad que la separación de trabajos por género y la consecuente explotación de la mujer en las labores domésticas se dio extensamente, aún más después del desarrollo del capitalismo y la industrialización, pero esto no significa que ningún hombre realizó estas tareas. Si hay necesidad económica, se hace lo que se tenga que hacer para sobrevivir (Rotman, 2009).
Entonces, ¿cómo se puede aplicar toda esta información sobre los censos a la arqueología? Mediante el censo, se ha podido adquirir información que hubiese sido imposible imposible conseguir, como la distribución exacta de las edades (Vázquez-Calzada, 1990). Como postula Fliess (2000), estos datos se pueden utilizar para hacer un modelo predictivo de los posibles descubrimientos que se pueden hacer en una investigación arqueológica. Empezando con las lavanderas y planchadoras, ellas desafortunadamente son las que presentan más limitaciones. Sin la información que nos ofrece el censo, sería difícil identificar irrefutablemente su presencia. Las lavanderas, por ejemplo, escasamente dejan cultura material que se pueda analizar directamente, y es solo a través de los censos y fotografías que podemos estudiarlas. Las planchadoras presentan otro reto. Aunque ellas utilizaban planchas de hierro, esta herramienta estaba presente en muchos hogares en Puerto Rico. Por tanto, no hay manera de saber si las planchas que se pueden encontrar en una investigación arqueológica indican la presencia de personas que ejercían el oficio de planchadora o si simplemente era un artículo que se usó en ese hogar como parte de las tareas domésticas no-remuneradas que se hacían cotidianamente.
Las personas con la mayor cantidad de información arqueológica disponible son las costureras. Su labor conllevaba el uso de una variada cantidad de equipo, como tijeras, alfileres, agujas, dedales, entre otros. Para cada uno de estos instrumentos existían diferentes tipos que se utilizaban según la técnica que se quería realizar y el material con el que se estaba trabajando (Beaudry; 2006). Anuncios que se publicaban en periódicos de la época, tales como El Imparcial, conservan información sobre las diferentes telas a las que se tenía acceso en Puerto Rico en la década de 1910, entre ellas la seda y la muselina (Del Río & Co., 1918). En la Figura 3 se presenta otro ejemplo de los materiales que estaban siendo utilizados en el año 1910, como el uso de un “encaje grueso” que imita el crochet (Margueritte, 1910). Todas estas labores conllevaban diferentes agujas y tijeras, y en una investigación arqueológica es posible que, aunque no se encuentre evidencia del textil en sí, sí aparezcan los artefactos que nos puedan ayudar a identificar qué material se trabajó allí.
Conclusiones
Tomando en consideración los hallazgos de la investigación, se puede decir que la información de los censos añade una dimensión importante para el estudio de las lavanderas, planchadoras y costureras desde la disciplina de la arqueología. Aunque es más común hablar sobre las costureras y de la industria de la aguja en Puerto Rico, se encontró que la profesión más prevalente realmente era la de lavandera en este caso. Los objetivos que se señalaron al inicio de la investigación permitieron ver las complejas dinámicas sociales entre los diferentes grupos. Las costureras parecían tener acceso a una educación y entrenamiento específico, y quizás por tal motivo las lavanderas son más prevalecientes, pues es un oficio más accesible y requería la tenencia de menos herramientas de trabajo. Esto también puede ser la razón por la que muchas personas seguían ejerciendo esta profesión cuando estaban aun en una edad avanzada, ya que les permitía tener algún ingreso adicional en sus hogares.
Aunque esta investigación fue limitada por su muestra, existen diferentes vías de investigación que se pueden tomar desde este punto. Quizás se puede expandir la investigación e incluir todas las personas que eran lavanderas, planchadoras y costureras en Vega Baja en el censo de 1910. Un trabajo más ambicioso sería comparar los resultados de esta investigación con otros municipios alrededor de Puerto Rico, y analizar si reflejan los mismos resultados o si difieren substancialmente. Alternativamente, se pueden tomar los censos de diferentes décadas e ir viendo las tendencias de estos oficios desde el 1910 hasta 1940, ya sea solo el barrio-pueblo o incluyendo a toda Vega Baja. Investigaciones como estas permiten reconstruir, aunque sea parcialmente, las vidas pasadas de los puertorriqueños, y no solo limitarnos a aquellas personas de la clase alta por las limitaciones inherentes dentro de la disciplina de la arqueología. Mucha de la cultura material que sobrevive en el registro arqueológico pertenece a estas clases, pero las fuentes documentales pueden ayudarnos a suplementar el conocimiento sobre las vidas de aquellos de la clase trabajadora. La cantidad de información disponible nunca va a ser la misma ciertamente, pero aun así es necesario realizar este esfuerzo para poder reconstruir el pasado de Puerto Rico, incluyendo a aquellos que han sido olvidados por la historia.
Referencias
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