The jobs of caborrojeña women on Muñoz Rivera and Mariano Quiñones streets in 1910
Sofía L. Pérez-Suárez
Departamento de Sociología y Antropología
Facultad de Ciencias Sociales, UPR RP
Recibido: 01/03/2024; Revisado: 28/04/2024; Aceptado: 21/04/2024
Resumen
Esta investigación aborda los tipos de oficios que ejercían las mujeres caborrojeñas de las calles Muñoz Rivera y Mariano Quiñones en 1910. Mediante el censo, se identificaron un total de 41 mujeres entre las edades de 10 a 40 años. Los resultados del censo demostraron que el oficio principal de estas mujeres, residentes de las calles antes mencionadas, eran los “quehaceres del hogar”. En efecto, concluye la idea errónea que existe sobre los oficios que ejercían las mujeres de la época; en especial, se generaliza que las mujeres de inicios del siglo XX en su mayoría eran costureras.
Palabras claves: oficio, Cabo Rojo, censo 1910
Abstract
This research involves the types of occupations that Caborrojeña women from the Muñoz Rivera and Mariano Quiñones streets practiced in 1910. A total of 41 women were identified through the census. The census results showed that the main occupations of the Caborrojeña who resided in the aforementioned streets were “household chores.” Indeed, it concludes the mistaken idea that exists about the occupation that women of that period practiced; in particular, it is generalized that women from the early 20th century were mostly seamstresses.
Keywords: jobs, Cabo Rojo, census 1910
Introducción
La aportación de la mujer en la fuerza laboral es un tema crucial, especialmente cuando nos referimos a la mujer partícipe de la fuerza laboral de principios del siglo XX en Puerto Rico. La mujer puertorriqueña asalariada enfrentó varios cambios dada la hegemonía colonial. Puerto Rico pasó de ser producto del mercantilismo anticuado al sistema afilador neoliberal y moderno de los Estados Unidos. Entre 1900 y 1930, los estadounidenses invirtieron mucho de su capital en Puerto Rico; por tal razón, la economía puertorriqueña fue industrializada. Con esta nueva administración, las mujeres pobres que dependían de la manufactura de ropa a domicilio como principal fuente de ingreso, se convertirían en futuras trabajadoras que propagarían la segunda actividad económica más importante del país. Dicho esto, no significa que había un oficio en particular que ocupaban estas mujeres de la época. Muchas de las industrias estaban en municipios más “desarrollados” como Mayagüez y otros municipios del oeste. Los otros municipios pequeños y propiamente menos “desarrollados”, como pueblos sureños, no son lo suficientemente estudiados para saber qué otros tipos de oficios ocupaban las mujeres puertorriqueñas a principios del siglo XX.
Tomando esto en consideración, el trasfondo histórico de cómo se perpetuó la visión femenina en la fuerza laboral es sumamente transformativo, pues permite evaluar la posición de la mujer hoy día en contextos socioculturales. Dentro de esta investigación, se hace un enfoque analítico de las calles colindantes de la plaza de Cabo Rojo, las calles Muñoz Rivera y Mariano Quiñones, en el área urbana del Pueblo Norte. Por ende, la investigación se enfocará en contestar la siguiente interrogante: ¿Qué tipo de oficio realizaban las mujeres caborrojeñas de las calles Muñoz Rivera y Mariano Quiñones en 1910? La hipótesis ha de demostrar, basada en aproximación municipal, que el oficio principal de las mujeres caborrojeñas de las calles mencionadas era en la industria de la aguja.
Objetivos
Los objetivos de esta investigación histórica, descriptiva, documental y estudio de caso son:
Identificar los oficios de las mujeres en el municipio de Cabo Rojo en 1910.
Identificar en el censo de 1910 los tipos de oficios que ejercían las mujeres caborrojeñas de las calles Muñoz Rivera y Mariano Quiñones en 1910.
Tabular los hallazgos relacionados a los oficios de las calles Muñoz Rivera y Mariano Quiñones en 1910.
Establecer el contexto histórico de la fuerza laboral en Puerto Rico desde 1898 hasta 1910.
Justificación
Esta investigación ayuda a fomentar un contexto histórico de la mujer, no solo en la fuerza laboral, sino en ámbitos más grandes, como su encaminamiento a ser digna de trato igualitario referente a la posición del hombre en la sociedad puertorriqueña. Dado que esta investigación es un estudio de caso, es sumamente relevante esclarecer que no existen investigaciones que aborden la mujer en la fuerza laboral en el municipio de Cabo Rojo.
Revisión de literatura
La revisión de literatura se enfoca en identificar fuentes relacionadas al impacto de la mujer caborrojeña en la fuerza laboral a principios del siglo XX, tomando en consideración la hegemonía estadounidense sobre el país de Puerto Rico. Se estará dilucidando los argumentos mediante dos temáticas diferentes: “la fuerza laboral en Estados Unidos y Puerto Rico” y “la mujer en la fuerza laboral de Puerto Rico”.
La fuerza laboral en Estados Unidos y Puerto Rico
En el artículo de Galvin (1976) se analiza el movimiento laboral con respecto al rol que tuvo a principios de la década el American Federation of Labor al igual que los cambios que tuvieron las uniones militares y el nacionalismo con respecto a la organización laboral. Mucho de lo que expone el autor resume los principios que tuvo el trabajo laboral en Puerto Rico, tras la invasión española y estadounidense. Asimismo, crea una línea de tiempo del 1898 hasta la década de los setenta con la intención de informar al lector las acciones impotentes que se estaban tratando de legislar para mantener y forzar la organización laboral. En cambio, el artículo de Quintero (1978) se enfoca más en las primeras tres décadas del siglo XX con relación a la dominación colonial estadounidense en Puerto Rico, debido a que considera el impacto político que tuvo dicha hegemonía colonizadora sobre la clase obrera como ente de subordinación.
Frente al interés de los inversionistas norteamericanos en la producción, específicamente en el control de tierras para el desarrollo de la industria azucarera, los hacendados constituían la clase antagónica de los intereses imperialistas, y la política colonial durante los primeros años de ocupación fue dirigida claramente a quebrar su hegemonía. (pp. 1121-1122)
Por otra parte, Campos et al. (1976) tienen como fin analizar cómo la industrialización y la migración han contribuido y afectado la clase obrera puertorriqueña. Se enfocan en investigar las consecuencias que trajo la adjudicación de los puertorriqueños trabajadores como mano de obra, tanto en términos de trato como beneficio financiero. Asimismo, investigan la integración de las mujeres en el desarrollo de las manufacturas e industrias que se estaban estableciendo con la llegada de la “Operación Manos a la Obra”, gracias al desarrollo industrial que impulso el auge nacionalista. Siguiendo esa línea de pensamiento, mediante un análisis de estudio de mediados de siglo XX, Gregory (1958) aborda en la primera sección de su escrito los orígenes y la incorporación del obrero en el mercado de trabajo industrial. Mientras que en la segunda sección evalúa el comportamiento de la fuerza obrera en el mercado junto a sus variables de adaptabilidad, como lo son la estabilidad y la movilidad obrera. Por último, la tercera sección trata sobre cómo ciertos factores han contribuido a la facilitación de la adaptación a los obreros de la industria.
La mujer en la fuerza laboral de Puerto Rico
Silvestrini (1979) sintetiza la aportación que tuvo la mujer puertorriqueña para la reproducción social y laboral en la década de los treinta, mediante un análisis de las estadísticas de la participación de las mujeres en la fuerza trabajadora y el tipo de empleo que tenían. Igualmente, expone cómo la mujer navegó ciertas turbulencias tras los cambios que se fortalecieron en las primeras décadas del siglo. Tales turbulencias, como luchar por el trato igualitario, llevaron a la mujer obrera a participar de la toma de decisiones, para así mejorar y optimizar sus condiciones de vida. Mientras tanto, Safa (1983) expone las consecuencias de la mujer trabajadora en los ámbitos sociales y laborales por un periodo de cuarenta años, que inicia en la década de los cuarenta hasta los ochenta. Existen ciertos factores que la autora expone como influyentes en los empleos femeninos, de manera que contextualiza la mujer trabajadora y su empleo tras crecimientos económicos, patriarcales y estratégicos. Presenta también los efectos del alza en las tasas de migración y la integración de incentivos por parte del Estado hacia industrias extranjeras. Dicho esto, la autora hace un análisis sociológico sobre los distintos derechos que poseían las mujeres trabajadoras jóvenes solteras y mujeres mayores casadas en fábricas de Nueva Jersey para compararlo con la crisis en Puerto Rico.
Doris Quiñones (1999), en el capítulo “Construcción social del deber ser mujer” de su tesis Construcción social de la imagen de persona negra en medios de comunicación visual en Puerto Rico, aborda cómo la mujer y la mujer negra puertorriqueña caracterizan los primeros veinte años del siglo XX por su aumento significativo en la inserción del trabajo asalariado. Según Quiñones, la producción de haciendas fue poco a poco sustituida por grandes plantaciones de monocultivo y centrales azucareras. Dicho avance tecnológico dejó a muchos hombres sin trabajos. Resentidos por la pérdida de espacios y su pertenencia en el orden social, los hombres “percibían la apertura de competencia en escenarios de trabajo en ventaja para las mujeres” (p. 31). Por otro lado, la autora señala que se apunta a una visión idealista por parte de sistemas de los grupos familiares (hombre, mujer e hijos), pues suponía que el hombre era el jefe de familia y la mujer que tenía un trabajo asalariado era solo una ayuda. Esta situación se agudizó cuando los propios patronos capitalistas que integraron a las mujeres a trabajar en sus lugares de empleo le bajaron significativamente el salario. Como consecuencia, muchas mujeres se veían forzadas a tener múltiples fuentes de ingresos. Muchas de ellas ejercieron empleos en la división sexual o en la industria de la aguja a domicilio.
Por su parte, el artículo de Baerga-Santini (1999) tiene como objetivo dilucidar la institución de la mujer trabajadora en la industria de la aguja en Puerto Rico desde el periodo del 1914 al 1940 en dos partes. La primera parte se basa en evaluar los distintos tipos de trabajos que ejercían las mujeres dentro de la industria de la aguja y el proceso que se llevaba a cabo para realizar tareas específicas. Es decir, a medida que el comercio evolucionó, muchas de las tareas del inicio de siglo, como el trabajo con telas de encaje, habían sido sustituidas. La segunda parte del artículo se basa en contestar cómo fue que las mujeres adquirieron sus destrezas y cómo es que sus trabajos fueron vistos como “menos que” o “descalificados”:
La creencia generalizada de que la costura ‘había sido una ocupación de las mujeres de Puerto Rico por siglos’, justificó la percepción de que la isla constituía una fuente inagotable de mano de obra barata y descalificada. (Barrow, 1935, como se citó en Baerga-Santini, 1999, p. 159)
En un artículo posterior, Baerga-Santini (2003) expone las pruebas y tribulaciones que enfrentaron las mujeres del trabajo industrial a domicilio entre las décadas de los veinte y los cuarenta con respecto a la sindicalización. La autora esclarece las diferencias que estas mujeres trabajadoras tenían en relación con las mujeres trabajadoras de las fábricas. Según Baerga-Santini, las mujeres que trabajaban en sus casas no poseían ciertos privilegios que las “otras” mujeres sí poseían. Por ende, muchas de las mujeres a domicilio abogarán por sus derechos y le dejarán saber al resto del país puertorriqueño que hay una gran diferencia entre una “mujer trabajadora” y una “mujer trabajadora asalariada”. Tomando eso cuenta, la tesis de Nuria Zayas-Monge (1998) se basa en estudiar a la mujer trabajadora asalariada en la industria de la aguja en el municipio de Mayagüez mediante los censos de 1910, 1920 y 1935, en ámbitos históricos y económicos. La autora divide su tesis en tres capítulos. En el primero estudia los factores que generaron el desarrollo de la industria en dicho municipio. Mientras que el segundo, presenta a la mujer trabajadora de la industria de la aguja que excede las expectativas del ámbito doméstico para ganar independencia económica. En el tercer capítulo hace una comparación y análisis prosopográfico de los censos, tomando en consideración el estado marital, la edad, raza y otros factores.
Contexto histórico
Para entender el contexto histórico de la mujer puertorriqueña en la fuerza laboral y situar su asentamiento en el pueblo de Cabo Rojo, debemos primero contextualizar la influencia que tuvo la invasión estadounidense en el modo de producción de Puerto Rico. Según Quintero (1978), antes de la invasión de los Estados Unidos en 1898, el modo de producción capitalista no era dominante, ya que a finales del siglo XIX aún predominaba la producción pequeña independiente mediante la economía de haciendas. En 1900 se estableció la Ley Foraker, la cual jugó un papel significativo en Puerto Rico, pues “la ley hacía Puerto Rico completamente dependiente de los Estados Unidos…” (Zayas-Monge, 1998, p. 10). En otras palabras, los estadounidenses estaban interesados en la exportación capital, comercio e inversiones en la producción de la colonia. Según Zayas-Monge (1998), Estados Unidos invirtió en el desarrollo de la industria azucarera en sus comienzos, lo cual implicó que muchos campesinos perderían el acceso a sus tierras y tendrían que recurrir a buscar trabajos asalariados para subsistir. “Todo lo anterior propició que las mujeres se fuesen incorporando cada vez más al mundo del trabajo asalariado, por la necesidad de contribuir también al ingreso del hogar” (p. 1).
Según Silvestrini (1979), se necesitaron varios intentos para lograr la participación de las mujeres en el trabajo asalariado. En 1897, la Federación Regional de los Trabajadores de Puerto Rico establecía la igualdad de libertad y bienestar para los trabajadores de ambos sexos, lo que incidió a Federación Libre de Trabajadora en el 1899 a establecer, directamente, que las mujeres debían organizarse en todas las ramas de la industria, al igual que mujeres de otros oficios como cocineras, camareras, lavanderas y oficinistas. No obstante, la participación de las mujeres en la federación fue bastante limitada, lo cual causó que no se le diera trato igualitario, hasta que poco a poco las mujeres vendrían incorporándose a la fuerza laboral en las primeras décadas del siglo XX. Según Zayas-Monge (1998), las fuentes de trabajo más importantes para las mujeres eran el servicio doméstico, el despalillado de tabaco, el recogido de café y la costura.
Cabo Rojo juega un papel muy importante en el desarrollo laboral. Se fundó el 17 de diciembre de 1771, pero quedó constituido como municipio de tercera categoría, bajo la Ley Foraker, de acuerdo con su valor de propiedad mueble. Cabo Rojo colinda con Mayagüez, Hormigueros, San Germán y Lajas. El municipio está subdividido en nueve barrios: Barrio Pueblo, el cual se subdivide en Pueblo Norte, Pueblo Nuevo y Pueblo Sur; Bajura; Boquerón; Guanajibo; Llanos Costa; Miradero; Monte Grande y Pedernales. Para 1910, Cabo Rojo constaba de una población de 19,562, y contaba con industrias de sombreros, cigarros y azúcar. Era rico en comercio y agricultura, pues llegó a producir anualmente hasta 350,000 toneladas de caña, al igual que café, algodón, frutas y leche. “Mantiene diversos talleres pequeños de ropa, ebanistería, talabartería, dulcería, carteras de mano para mujer, baúles, bastones, ladrillos, cal, aceite de coco etc. [sic]” (Ibern-Fleytas, 1960, p. 267). Barrio Pueblo constaba de dos farmacias, una oficina de teléfono, un hospital, una iglesia protestante, una escuela y la alcaldía.
Metodología
Se hizo un muestreo por cuotas, en el que se evaluaron un total de veintiún mujeres caborrojeñas de las calles Muñoz Rivera y veinte mujeres caborrojeñas de la calle Mariano Quiñones, inscritas en el censo del 1910, que estuviesen dentro de las edades de los 10 a 40 años. Se excluyeron las mujeres que estaban “en la escuela”. Por último, se evaluó si las mujeres caborrojeñas sabían leer y escribir y se transcribió el establecimiento en el cual trabajaban.
Las calles pertenecen al Barrio Pueblo, específicamente en Pueblo Norte. Las mismas fueron seleccionadas basadas en la aproximación a la plaza pública Ramón Emeterio Betances, pues me pareció pertinente hallar si existe una diferencia en los tipos de oficios de las mujeres dada su cercanía a entes públicos que se describieron en el contexto histórico. La calle Muñoz Rivera está paralela al centro de la plaza, mientras que la calle Mariano Quiñones se encuentra tres calles detrás. Por otro lado, el reto más grande para el desarrollo de esta investigación es la inaccesibilidad a ciertos libros o textos, debido a que contenían restricciones. Sin embargo, hubo una consulta extensa de tesis, libros, páginas web y el censo, que sirvieron para contextualizar el problema de investigación.
Hallazgos
Los datos presentados en las siguientes tablas presentan los resultados de la investigación, cuyo propósito era conocer qué tipo de oficios tenían las mujeres caborrojeñas de las calles Muñoz Rivera y Mariano Quiñones en 1910. Las variables utilizadas en esta investigación fueron las edades y la alfabetización, es decir si las mujeres sabían leer y escribir.
Los trabajos que tenían las mujeres de las calles Muñoz Rivera y Mariano Quiñones eran los quehaceres del hogar. En el caso de las mujeres residentes de la calle Muñoz Rivera hubo más variedad con relación a los diferentes trabajos que ejercían, a diferencia de la calle Mariano Quiñones, que solo se dedicaban a la manufactura de sombreros y a la cocina (ver Figura 1). Adicionalmente, las mujeres que más se dedicaban a los quehaceres del hogar eran mujeres entre los 31 y 40 años, a diferencia de las mujeres de la Mariano Quiñones que estaban entre los 10 a 20 años (ver Figura 2 y Figura 3).
Figura 1: Oficios de mujeres caborrojeñas en las calles Muñoz Rivera y Mariano Quiñones en el 1910
Fuente: Elaborado por la autora a partir del Censo E.E.U.U. (1910)
Figura 2: Por ciento de mujeres caborrojeñas que residen en la calle Muñoz Rivera y sus oficios
Fuente: Elaborado por la autora a partir del Censo E.E.U.U. (1910)
Figura 3: Por ciento de mujeres caborrojeñas que residen en la calle Mariano Quiñones y sus oficios
Fuente: Elaborado por la autora a partir del Censo E.E.U.U. (1910)
Asimismo, se midió la alfabetización de las mujeres caborrojeñas residentes de la calle Muñoz Rivera y Mariano Quiñones, basada en rangos de edad. En el caso de las mujeres de la calle Muñoz Rivera, las mujeres con más alfabetización eran las mujeres entre 21 a 30 años, mientras que las mujeres que tenían menos alfabetización eran las mujeres de 10 a 20 años (ver Figura 4). Mientras, las mujeres de la calle Mariano Quiñones que tuvieron más alfabetización fueron las mujeres que estaban entre los 31 a 40 años, mientras que las mujeres con menos alfabetización fueron las mujeres entre los 10 a 20 años y los 21 a 30 años (ver Figura 4).
Figura 4: Alfabetización por grupo de edad de las mujeres caborrojeñas residentes en las calles Mariano Quiñones y Muñoz Rivera
Fuente: Elaborado por la autora a partir del Censo E.E.U.U. (1910)
Discusión
Los resultados de esta investigación establecen que el principal trabajo que ejercían las mujeres caborrojeñas de las calles Muñoz Rivera y Mariano Quiñones eran los quehaceres del hogar. La idea generalizada que tienen los investigadores de que la mujer, en su mayoría, se dedicaba a la industria de la aguja es un concepto erróneo. Por ende, estos resultados no guardan relación con las investigaciones de Quiñones (1999), Baerga Santini (1999) y Baerga Santini (2003), quienes describen la mujer solo en ámbitos de la industria de la aguja. Los trabajos de Silvestrini (1979) y Zayas-Monge (1998) coinciden con esta investigación, a pesar de que una se enfoca en el movimiento obrero de la mujer en la década de los treinta y la otra presenta un perfil prosopográfico de las mujeres residentes de Mayagüez que trabajaban en la industria de la aguja. Silvestrini (1979) estableció que, entre la década de los treinta a cuarenta, hubo una reducción en el número de mujeres en el servicio doméstico, al igual que ocurre un desplazamiento cuyo centro era de trabajo a domicilio a fábricas. En el contexto histórico, según Zayas Monge (1998), los trabajos más importantes para las mujeres eran el servicio doméstico, el despalillado de tabaco, el recogido de café y la costura.
La Figura 1 presenta que el segundo trabajo más común en estas calles era tejer sombreros, lo cual coincide con los hallazgos de Sepúlveda-Rivera (2004), quien establece que para el 1910 Cabo Rojo contaba con la manufactura de sombreros. Ahora bien, a diferencia de la calle Mariano Quiñones (que solo cuenta con mujeres que se dedicaban a los quehaceres de casa, a la manufactura de sombreros y a la cocinería), la calle Muñoz Rivera tuvo más diversidad de oficios, pues también había mujeres sirvientas y modistas. En el caso de las mujeres modistas, los resultados coinciden con la aportación de Ibern-Fleytas (1960), quien estableció que Cabo Rojo también contaba con pequeños talleres de ropa y de carteras para mujeres. Las Figuras 2 y 3 demuestran que las mujeres de la calle Muñoz Rivera que más se dedicaban a los quehaceres de la casa eran aquellas entre las edades de 31 y 40 años, mientras que las mujeres de la calle Mariano Quiñones que se dedicaban a esto tenían entre 10 a 20 años.
Por otra parte, la Figura 4 presenta que las mujeres trabajadoras de la calle Muñoz Rivera tenían un grado más alto de alfabetización que las mujeres trabajadoras de las calles Mariano Quiñones. En la calle Muñoz Rivera, ocho mujeres entre los 21 a 30 años sabían leer y escribir, mientras que cinco sabían leer y escribir en la Mariano Quiñones.
Los hallazgos encontrados tienen una limitación significativa, pues la muestra es pequeña. Se está evaluando los tipos de oficios que tenían las mujeres caborrojeñas de un sector que no es lo suficientemente estudiado, por lo que no existe mucha información del tema. Además, la muestra es pequeña debido a que no existe mucha documentación de las calles que estaban lejanas a la plaza pública. Había varias páginas del censo sobre la calle Muñoz Rivera y de calles cercanas a la Muñoz Rivera, pero no de la Mariano Quiñones, por lo que me limité a utilizar el total de mujeres trabajadoras que aparecían en dicha calle. Sería interesante continuar esta investigación con una muestra más grande, al comparar un barrio más cercano a la costa, como Miradero, con uno en el campo, como Monte Grande.
Conclusión
Tomando en consideración los objetivos generales y el problema de investigación, el oficio principal de las mujeres caborrojeñas de las calles Muñoz Rivera y Mariano Quiñones en el 1910 son los quehaceres del hogar con un 68%. Otras mujeres se dedicaban a la manufactura de los sombreros y la cocina. En el caso específico de las mujeres residentes de la calle Muñoz Rivera, se les añade ser modistas y sirvientas. Por consiguiente, se rechaza la hipótesis planteada al inicio de la investigación, ya que no existe relación entre la aproximación municipal de Mayagüez con el oficio principal de las mujeres ser la industria de la aguja.
El hecho de que el oficio principal de las mujeres caborrojeñas de estas calles fue el servicio doméstico solo reafirma el contexto histórico y la revisión de literatura, cuando muchos historiadores y antropólogos apaciguan o contrarrestan la contribución de la mujer en contextos socioculturales. Solo Silvestrini (1979) y Zayas-Monge (1998) contemplan que las mujeres tuvieron otras contribuciones al aspecto socioeconómico de Puerto Rico. A pesar de que la autora Baerga-Santini (1999) y Baerga Santini (2003) no menciona las contribuciones de las mujeres a principios del siglo XX, denota que las mujeres que trabajaban a domicilio seguían ejerciendo trabajo asalariado, pues de igual manera trabajaban para recaudar dinero, aunque no fuese en una fábrica. Ahora bien, aunque en su mayoría las mujeres caborrojeñas de ambas calles no trabajaban para recaudar dinero, bajo definición pertenecen a la fuerza laboral. Cuando nos referimos al concepto de la fuerza laboral nos referimos a “la suma de las capacidades mentales y físicas inherentes a cada individuo para desempeñar labores específicas” (Alvarado, 2024), y esto es precisamente lo que hicieron. Estos hallazgos promueven eliminar el pensamiento estereotipado de que las mujeres que se dedican a cuidar sus hijos y la casa no trabajan.
Referencias
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