La narrativa de El mundo de afuera como discurso de las formas violencia que imperan en Latinoamérica

Jorge Antonio Sánchez Rivera
Departamento de Programas y Enseñanza (Programa de Español)
Facultad de Educación

 

   

Resumen:

En la novela El mundo de afuera, del escritor colombiano Jorge Franco, en la cual se perciben distintos temas de valor social que hacen de la lectura, una que “…[ ] de manera ineludible, sólo se puede presentar como del “nosotros”, volviendo visible así la comunalidad que les da sentido, aire y existencia.” (2014: 49) Por ello, en este estudio abordaré las distintas formas de la violencia que tanto nos permiten sentir esa «comunalidad» entre los lectores y las personas que han sido afectadas por esta, cuanto son el reflejo de actos que imperan en Latinoamérica. Para lograr lo propuesto se definirán los tipos de violencia utilizando la crítica de Gabriela Polit Dueñas y María Helena Ruedas (Meanings of Violence in Contemporary Latin America), y posteriormente, destacaremos cómo esas formas de violencia social deviene en la descomposición del sujeto escritural.

 

Palabras claves: Jorge Franco, comunalidad, violencia social

 

Abstract:

In the novel The World of Out, of the Colombian writer Jorge Franco, in which there are perceived different topics of social value that they do of the reading, one who "[…] in an unavoidable way, only can appear like of "we", turning visibly like that the communality that gives them sense, air and existence" (49). For it, in this investigation I will approach different ways of violence that allow us to feel this "communality" among the readers and the people who have been affected by this one, all of them are the reflection of acts that reign in Latin America. To achieve the proposed types of violence will be defined them by using the critique of Gabriela Polit Dueñas and María Helena Ruedas (Meanings of Violence), and later, we will stand out how these forms of violence develops into the decomposition of the author, the narrator and the reader.

 

Keywords: Jorge Franco, communal, social violence

A mi queridísima Paola Alexandra

 

 

El escritor colombiano Jorge Franco se destaca por abordar temas que afectan a todo latinoamericano, entre estos la emigración, el género y, principalmente, la violencia. En el caso de la novela El mundo de afuera, ganadora de la decimoséptima edición del Premio Alfaguara en 2014, se narra el secuestro de don Diego Echavarría Misas por parte del Mono Riascos y su pandilla, a la par que se develan otras historias. Entre estas, la vida privada del Mono y la relación con sus pares, la forma en que llegan Diego y su esposa a Colombia, y la vida de su hija, Isolda, quien encerrada en el castillo donde viven, se adentra en un mundo fantástico o “de fábula y cuentos de hadas”, como lo describe Carlos Paul en su columna en el diario mexicano, La Jornada (2014). El autor asegura en distintas entrevistas que, “…[e]s una novela inspirada en hechos de la vida real, que se desarrolla en la Medellín de los años 60 y 70, en donde hay un personaje que vivía en un castillo del que yo fui vecino, y un antagonista, quien lo tiene en cautiverio”. (Villamizar, 2015). Así, Franco rescata dicho evento para exponer algunas formas de violencia que, como señala María Cristina Restrepo, “son el espejo de una realidad dolorosa, […] algo que ha sucedido tantas veces en el pasado y que lamentablemente sigue ocurriendo”. (2014)

 

          De manera que, en este estudio exploraremos las formas de violencia que se perciben en la novela de Jorge Franco y cómo estas, junto con el lenguaje utilizado por los personajes, hacen del texto una escritura comunal. Para ello se describirá el uso del plurilingüismo estudiado por Mijaíl Bajtín, pues es a través de dicho concepto que el texto se convierte en un universo unificador de los diferentes lenguajes de sus personajes, y de las formas de violencia que imperan en Latinoamérica, estableciendo así una relación directa entre la obra, los lectores y los contextos sociales de ambos.

 

          Para comenzar, debemos tener claro que vivimos en un contexto donde la violencia sigue siendo un tópico latente en nuestra sociedad. Este no cesa de ser abordado por diferentes disciplinas como las artes, el periodismo y la sociología. Gabriela Polit Dueñas lo señala de la siguiente forma, “today we have to acknowledge that we live in a reality undeniably shaped by the […] forms of violence”. (2011:13) Así, pues, reconocemos que moramos en un contexto donde las formas de violencia, ya sean físicas o psicológicas, directas o indirectas, forman parte de nuestra cotidianidad. Por ello, que escritores como Gabriel García Márquez, Arturo Pérez Reverte, Fernando Vallejo y Jorge Franco hayan explorado el tema mencionado en algunas de sus obras. Y, como arguye María Helena Rueda; “[Si] bien la escritura ofrece la posibilidad de un distanciamiento con respecto a la violencia, es difícil pensarla como un acto ajeno a ella. (Rueda, 346) Es por tal razón que las formas de violencia presentadas en los textos de los escritores mencionados mantienen una relación directa con los lectores, pues no estamos ajenos a ellas o, como abunda Jean Franco, “novels takes us back to the primitive states where violence was the necessary tool of survival”. (2013: 3) No obstante, en la novela de Franco hallamos unas formas de violencia algo disímiles a lo pensado, pues tanto aborda las formas evidentes como otras que no eran común en Colombia a finales del siglo XX.

        

          Una de las formas más evidente de violencia en el texto es la ejercida por la figura de Mono Riascos y sus pares a través del secuestro. Estos son personajes que, no solo se dedican a negocios ilícitos como el robo y el asalto, sino que también planifican y llevan a cabo el secuestro de una persona adinerada o de la élite. Ellos son los personajes que están dispuestos a, como expresa el escritor Jorge Franco, ponerse “[…] de pie muy temprano dispuestos a capotear [o sea, eludir con habilidad] necesidades, alegrías y tristezas”. (2014: 25). Sin embargo, esa violencia, refiriéndonos a las penurias por las que pasa don Diego lejos de su familia y en el encierro, es producto de otra forma de violencia que la misma élite ejerce sobre la clase pobre. Con ello aludimos a que el Mono y su pandilla se destacan por originarse de un estrato social desventajado, donde las injusticias socio-económicas llevan a los jóvenes a dedicarse a negocios ilícitos, pues todos los beneficios corresponden a la élite, la misma a la que pertenece don Diego y su familia. Como lo señala de manera reiterada Gabriela Polit Dueñas en Narrating Narcos, “Colombians mistakenly accepted the violence in the comunas as if it were part of common delinquency, disregarding the complex social situation of displacement and exclusion experienced in those areas.” (2013: 113) La reconocida investigadora ecuatoriana continúa su elocución aseverando que, “[T]he shantytown dwellers are both victims of violence (displacement, poverty, exclusion, police brutality, etc.), and agents of a new form of violence”. (116) Por consiguiente, la violencia física que el Mono ejerce sobre don Diego es una respuesta a las desigualdades que la élite provoca en las comunas o áreas de pobreza.

 

          Jorge Franco hace un evidente deslinde entre los estratos de los personajes a través de sus características y de su lenguaje. Vemos que don Diego y su familia pertenecen a esa minoría selecta la cual, directa o indirectamente, provoca las violencias del Mono y su pandilla. El Mono se lo expresa a su víctima en más de una ocasión cuando le dice, “-Se equivoca, don Diego- dijo el Mono, exaltándose-, ustedes le han puesto precio a todo, ustedes han comprado principios, conciencias, compran hasta el cariño.” (2014: 78) Con anterioridad, el narrador había advertido que, “[L]os planes eran sueños de muchachos que querían hacerse ricos. Muchachos que aparte de dormir no teníamos mucho que hacer.” (2014: 26); por ello Franco nuevamente, en un diálogo sostenido entre el Mono y Don Diego justifica la violencia en las acciones aludiendo que “tuvimos que hacer lo del banco, porque, usted me dirá, don Diego, ¿de qué más íbamos a vivir durante ese tiempo?” (2014: 241) Entonces, entendemos que una forma de social de la violencia, la desigualdad socio-económica de ciertos estratos, provocada por la élite, es la responsable de la forma de violencia directa que ejerce el Mono. La desigualdad social lo lleva a secuestrar a don Diego y a hacer de la violencia, en este caso el secuestro, un negocio, pues como expresa el personaje referido; “-Esto es un negocio- dijo el Mono-, un negocio muy complicado porque una de las partes no quiere colaborar.” (2014: 29)

 

          Polit Dueñas también comenta sobre la relación entre las dos formas de violencia expuestas: “narcos were not original in their use of violence; they were only making use of it in the same (familiar and naturalized) way in which local elites had done before.” (2013: 40) De manera que, para no hacer un análisis prejuiciado, en el que catalogáramos a don Diego como la única víctima de la historia, era necesario presentar esa separación entre ambas víctimas y ambas formas de violencia. Por lo tanto, las desigualdades sociales provocadas por la élite causan las “historias de bandidos y de atracos, del robo a una casa donde se llevaron los cubiertos de plata, o de un asalto a un banco, de peleas en las cantinas”, entre otras violencias.

 

          Cabe mencionar que, otra forma con la que Franco hace el texto comunal, diferenciando entre los estratos sociales y permitiendo que los lectores se identifiquen con el lenguaje de uno u otro personaje, es a través del plurilingüismo social. Mijaíl Bajtín dilucida dicho término;

 

… a través de ese plurilingüismo social y del plurifonismo individual, que tiene su origen en sí mismo, orquesta la novela todos sus temas, todo su universo semántico concreto representado y expresado. El discurso del autor y del narrador, los géneros intercalados, los lenguajes de los personajes no son sino unidades compositivas fundamentales, por medio las cuales penetra el plurilingüismo en la novela. (1991: 81)

 

Por lo tanto, Franco en su texto “…[no] sólo …[ ]estratifica en dialectos lingüísticos en el sentido exacto de la palabra …[ ]sino también …[en] lenguajes ideológico-sociales: de grupos sociales, “profesionales”, “de género”, lenguajes de las generaciones, etc”. (Bajtín, 1991: 89) Logrando así lo que destaca a las novelas sicarescas de los noventa, y cito nuevamente a Polit Dueñas, “[t]he main and common element of the works on sicarios produced in Medellín in the 1990s is language…” (2013:118), pero para un contexto actualizado donde aún impera tanto la violencia como esa diferenciación evidente entre los lenguajes.

 

          Así, pues, el relato de Franco es un universo que unifica los lenguajes sociales de Colombia: el lenguaje coloquial, grosero o amenazante del Mono Riascos y su pandilla, el culto de don Diego, Dita y los parientes, y el de los otros personajes que tienen un registro distinto, digamos el dialecto de los policías, el de Lida, la madre del Mono Riascos, la profesora Hedda, el jardinero, entre otros. Ergo, el plurilingüismo que expone Franco es uno dialogizante, que como señala Bajtín, es “…[ ] anónimo y social como lenguaje, pero concreto, saturado de contenido y acentuado en tanto que [es un] enunciado individual”. (1991: 90). De esta forma, y como comenta Rivera Garza, “… [l]o que pasa fuera de la página y lo que pasa dentro de la página tienen, ahora más que nunca, una relación concreta y directa con la producción de valor social”. (Rivera Garza, 2013: 44). La novela, entonces, se convierte en una comunal, ello entre el autor, las personas que han sido afectadas por las violencias y los lectores, a través del plurilingüismo que Franco maneja de manera ilustre. La obra y la realidad no se distan tanto como con otros textos; es nuestro lenguaje el que Franco emplea y, así, “…[ ] la obra vive y tiene significación artística en una interdependencia tensa y activa con la realidad.” (Bajtín, 31).

 

          Retomamos ahora las otras formas de violencia que hallamos entretejidas en la escritura comunal de Franco. En este caso referimos a lo que catalogamos como segundo secuestro en la obra, pues además de don Diego, vemos que su hija Isolda es presa del castillo donde residía. Al Diego ser un hombre conservador y sobreprotector con Isolda, somete a esta a un encierro que traducimos a secuestro, pues es en contra de su voluntad. Ello Franco lo hace explícito cuando el Mono le menciona a su víctima esos momentos en los que Isolda se molestaba porque no podía salir del castillo a otros lugares:

 

-Ese día, cuando salió al jardín, ya estaba llorando- contó el Mono-. Caminó hasta un árbol, se sentó, se abrazó a las rodillas y lloró otro rato… -Usted salió y se sentó con ella, para consolarla… Consoló a Isolda muchas veces. Tenía que contentarla de las rabias que él mismo le causaba. Ella quería salir del castillo, que la llevaran al circo o a un cine, a cualquier parte más allá de la casa de sus primos, del club, del teatro, quería ir a donde iba toda la gente, pero don Diego no daba su brazo a torcer y compensaba el rigor con afecto. En la noche él regresaba con una muñeca de regalo, una más, para contentarla. [énfasis del autor] (Franco, 2014: 41)

 

          Con la referencia anterior entendemos que, ciertamente, don Diego vive de forma anticuada: no permite que su hija se congregue ni siquiera con los vecinos del castillo. Ello, a su vez, demuestra una forma de violencia psicológica, de ahí que Isolda encuentre la libertad deseada en el mundo fantástico que ella misma crea en el patio de su residencia. Franco construye ese personaje otorgándole libertad a través de su imaginación, con la que construye animales fantásticos llamados «almijares», por ejemplificar. No obstante, así como el secuestro de don Diego es «… un asunto por esencia claustrofóbico» como señala Ernesto Ayala-Dip (El País), el encierro de Isolda también es un secuestro psicológico e imperceptible para su padre. Cabe mencionar el artículo de Agustín Bueno Bueno, quien considera el maltrato emocional como;

 

…la hostilidad verbal crónica en forma de insulto, desprecio, crítica o amenaza de abandono, y constante bloqueo de las iniciativas de interacción infantiles (desde la evitación hasta el encierro o confinamiento) por parte de cualquier miembro adulto del grupo familiar. [énfasis del autor] (Bueno Bueno, 2014: 85)

 

          Empero, esta es una forma de violencia que los vecinos de las comunas advierten, y cito, “…dijeron que Isolda se había enloquecido por el encierro” (Franco, 2014:148); también, “…[la] gente dice que su rareza no es más que la soledad…” (181); o de esta otra manera, “[t]ambién volvieron a insinuar que Isolda estaba loca por el encierro…” (233). Es en la voz de los vecinos que Franco sugiere la persistencia de la violencia psicológica en Isolda adjudicada a su encierro, personaje el cual, cabe señalar, ni siquiera tiene voz en el texto; toda su construcción es basada en las descripciones del Mono, don Diego o el narrador. Vemos, pues, que Isolda está sometida a un secuestro que la priva hasta de su libertad de expresión.

 

          Esa falta de voz en Isolda, remite a otra forma de violencia que se percibe en el continente americano, en especial en Latinoamérica, el sexismo provocado por la cultura patriarcal. Don Diego es quien ordena todo en el castillo, razón por la cual la esposa no paga lo que le exige el Mono para liberarlo. Su discurso patriarcal, llega a tal punto que se convierte en el dictador de la vida de Isolda, desde lo que aprende, hasta lo que puede o deja de hacer en su tiempo de ocio. A pesar de que los hechos narrados en la novela se sitúan en los años setenta, cabe reconocer que esa cultura patriarcal de los hombres latinoamericanos es una forma de violencia que se perpetúa hasta la actualidad y se expresa con el sexismo. Evidentemente, ello no cesa porque proviene de una tradición, diría yo, medieval española, de la que los latinoamericanos no quieren separarse. Por tal razón, no es fortuito el que don Diego y el Mono sean actantes de una masculinidad impuesta por la sociedad.

 

          No obstante, en el segundo de los personajes nombrados, entiéndase en este caso, el Mono Riascos, se percibe que tal masculinidad tiene otro efecto psicológico, ya que este reprime su homosexualidad para mantenerse como líder entre sus pares y para no caer en la discriminación que conlleva dicha tendencia en Latinoamérica. Como comenta Kenneth James Wise, “…[d]esde el punto de vista de los hombres …[sic] la homosexualidad es una desviación del orden social, una transgresión que relega a un hombre al rango más bajo de su sociedad”. (Wise 40). Gabriela Polit Dueñas menciona a su vez que, “…[t]he codes of violence -which certainly have concrete references- are extremely homophobic” (2013: 22). Por lo tanto, para el Mono mantenerse como líder de los bandidos, requiere la masculinidad sobre todas las cosas y, nuevamente, cito a la crítica expresada por la autora refiriéndose al mundo del narcotráfico, pero sin desvincularlo a otras formas de violencia que este genera;

 

Because the narcotics trade is overwhelmingly a masculine world, the stories […] show the devastating aspects of an extremely misogynistic culture… Narco violence is encoded and even enhanced with gendered images… (which includes but is not limited to the violence against women). (2013: 22)

 

Ergo, podríamos decir que la razón por la que el Mono reprime su homosexualidad, una forma de violencia psicológica, es para mantener su apariencia masculina y su aspecto de poder sobre sus compinches. Tal represión es evidente en el capítulo trece, cuando el personaje no puede responderle sexualmente a su compañera en la cabaña donde tienen encerrado a don Diego y le pide que no lo comente afuera. Veamos.

 

El Mono le dio la espalda a Twiggy y se cubrió con la cobija. Ella estaba sentada contra el espaldar de la cama, con los pechos al aire y las manos entre las piernas.

- Cuando no es una cosa es la otra.

- Hablá pasito - le dijo él. [refiriéndose a que hablara en un tono bajo].

- Pues que cuando no es por el trago es porque estás cansado, o preocupado. Y ahora es dizque porque hay gente … No podés ahora

-dijo ella-, pero antes de meterme al cuarto, te diste ínfulas y les dijiste que me ibas a hacer ver estrellas.

          -Que hablés pasito, ¿sí? (Franco 2014: 83)

 

Y más adelante éste continúa:

 

- Twiggy - dijo el Mono -. Ya sabés. Ella levantó los hombros como si no supiera nada.

- No les comentés nada de esto a los muchachos, ¿sí?

Twiggy caminó hasta la puerta y antes de salir le dijo, pero qué voy a contar si aquí no pasó nada. Eso, precisamente, dijo el Mono, pero ya ella estaba afuera. (2014: 85)

 

Posteriormente, se lee una escena en la que se sugiere que el Mono tendrá sexo con Twiggy, mas, nuevamente, esto lo hace para mantener su figura de líder masculino con poder:

 

El Mono, que ya tambaleaba por los aguardientes, le dio la espalda y se quedó mirando a Twiggy.

- Vení monita - le dijo -. Agarrá esa botella y vámonos para allí - se apretó las bolas y remató -: Ya que estás acá, no te voy a hacer perder la venida. (2014: 232)

 

Ello prueba su represión tanto por poder como por vergüenza social.

 

          La última entrada donde se hace evidente la homosexualidad del Mono, y se expresa como burla por otros personajes, causando así la represión, es cuando don Diego le dice, “…[h]asta sus propios hombres lo ven como un pelele, no se imagina lo que se burlan de usted, de sus ínfulas de poeta, hasta de su masculinidad se burlan”. (Franco 298) Vemos que la masculinidad que le impone la sociedad al Mono es una forma de violencia, pues este reprime su libertad sexual, ya que, como expresa Kenneth Wise,

 

El estado del homosexual es, frecuentemente, lamentable en Colombia. Aunque variaciones existen naturalmente entre los países que constituyen el continente, los homosexuales típicamente ocupan un nivel bajo dentro de la sociedad latina. (2012: 42)

 

          Por lo tanto, le sería imposible al Mono aceptar abiertamente su homosexualidad, tanto por su posición de poder como por la vergüenza que sentiría.

 

          En resumen, hemos visto que la novela de Jorge Franco reúne diferentes formas de violencia las cuales, a través del plurilingüismo o de las mismas situaciones que develan, hacen del texto una escritura de todos o comunal como arguye Cristina Rivera Garza en Los muertos indóciles. Gabriela Polit Dueñas también lo reitera, “[…] is less about the character of the works themselves and more about who reads them, how, and from where”. (2013: 66) Franco, al igual que otros escritores latinoamericanos, pretende que, con el lenguaje, los lectores no olvidemos estos eventos que se suscitaron en el pretérito, pero que continúan ocurriendo. Concordamos con Jean Franco, quien a su vez cita a León Rozitchner, en que “crime and murder, whether individual or collective, by the state or by society, although they may be “normalized” and bureaucratic, are not and can never be banal.” (énfasis del autor, Franco, 2013: 18) Si bien hemos abordado esas formas de violencia dentro del texto del autor colombiano, coincidimos con Mary Roldán cuando expresa que “…[v]iolence is a difficult subject to analyze, all the more so when we attempt to go beyond the conventional collection and analysis of empirical data to inquire about the less evident, more elusive, meanings of violence”. (2011: 235) Sin embargo, en algo podemos concordar, y es que las formas de violencia, como las balas del Mono Riascos, “… le entran a todo el mundo. (Franco, 2014: 146)

 

 

Bibliografía

 

Fuentes Secundarias

 

Bajtin, Mijail. Teoría y estética de la novela. Madrid: Taurus Ediciones-Grupo Santiallana, 1991. Impreso

 

Bueno Bueno, Agustín. El maltrato psicológico/emocional como expresión de violencia hacia la infancia. Revista-Alternativa; Cuadernos de Trabajo Social. Núm. 5. Escuela Universitaria de Trabajo Social-Universidad de Alicante, 83-96. Digital https://rua.ua.es/dspace/bitstream/10045/5913/1/ALT_05_06.pdf

 

Franco, Jean. Cruel Modernity. Durham: Duke University Press, 2013. Print

 

Franco, Jorge. El mundo de afuera. Madrid: Prisa Ediciones-Grupo Santillana, 2014. Impreso

 

Roldán, Mary. “Afterwords”. In Polit Dueñas, Gabriela; María Helena Rueda. (Editors). Meanings of Violence in Contemporary Latin America. London: Palgrave-Macmillan, 2011, 235-243. Print

 

Polit Dueñas, Gabriela. Narrating Narcos: Cualiacán and Medellín. Pittsburgh: University of Pittsburgh Press, 2013. Print

 

Rivera Garza, Cristina. Los muertos indóciles. Barcelona: TusQuets Editores, 2013. Impreso

 

Rueda, María Helena. Nación y narración de la violencia en Colombia (De la historia a la sociología). Revista Iberoamericana. Vol. 74, Núm. 223, 2008, 345-359. Digital  http://revista-iberoamericana.pitt.edu/ojs/index.php/Iberoamericana/article/viewFile/5269/5426

 

Wise, Kenneth James. Los subordinados y los dominantes: La jerarquía social en la ficción de Jorge Franco. Tempe: Department of Spanish-Arizona State University, 2012. (Tesis MA, manuscrito inédito) https://repository.asu.edu/attachments/93903/content/tmp/package bKuY3H/Wise_asu_0010N_11914.pdf

 

Recursos periodísticos

 

Ayala-Dip, Ernesto. Wagner en Medellín. El País, 6 de junio de 2014. Digital http://cultura.elpais.com/cultura/2014/06/04/babelia/1401899218_340436.html

 

Restrepo, María Cristina. Un secuestro, un escritor. Las 2 Orillas. N. p., 6 de junio de 2014. Digital http://www.las2orillas.co/un-secuestro-un-escritor/

 

Paul, Carlos. El mundo de afuera es una metáfora de lo que le sucedió a Colombia: Jorge Franco. La Jornada. 3 de junio de 2014. Digital http://www.jornada.unam.mx/2014/06/03/cultura/a07n1cul

 

Tarre, Alejandro. Por qué Latinoamérica está en la vanguardia de la lucha LGBT. El País 10 de julio de 2015. Digital http://internacional.elpais.com/internacional/2015/07/09/actualidad/1436456801_905194.html

 

Villamizar, Sergio. El mundo de afuera de Jorge Franco. El País, 21 de marzo de 2014.  Digital http://www.elpais.com.co/elpais/cultura/noticias/mundo-afuera-jorge-franco

 

 

Revista [IN]Genios, Vol. 3, Núm. 1 (septiembre, 2016).
ISSN#: 2374-2747
Universidad de Puerto Rico, Río Piedras
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Posted on September 12, 2016 .