Astrid Ojeda Díaz
Programa de Información y Periodismo
Escuela de Comunicación
Sofia Merced Rivera
Departamento de Inglés (Literatura)
Facultad de Humanidades
Adriana L. Rodríguez Torres
Departamento de Educación Física (Recreación)
Facultad de Educación
Carlos Giovanny Perales Algarín
Departamento de Programas y Enseñanza (Educación Elemental (4to-6to), Español)
Facultad de Educación
Itzaira E. González Madera
Departamento de Lenguas Modernas
Facultad de Humanidades
Aquel hombre había llegado al pueblo una mañana y desde entonces todo se había complicado. Todo estará bien, me repetía una y otra vez. Miro hacia el jardín y sonrío pensando en el abono para tan hermosos árboles. Mis hermanas están por llegar, juntas estaremos bien. Me repito mientras froto mis manos recordando el último asesinato. Esto de que nadie dudara de nosotras por ser de alta sociedad era una gran ventaja. Aquel hombre, Gerardo, sí que nos había complicado las cosas. Recuerdo la madrugada pasada, llegó en medio de ella, justo después de dar el último palazo en la tierra. Gerardo no había creído el cuento de “jardinería por aburrimiento” a las 3:00 de la mañana. Teníamos que tomar la justicia en nuestras manos, nadie se metía con las hermanas Villafañe sin obtener una lección. Como si no tuviésemos muchos problemas ese día llegó la ayudante del detective; Scarlette. Angustias y Adela se encontraban en el pueblo, y solo pensaba en que hoy sería un buen día; ya que tendríamos dos cuerpos más para sepultar.
A medida que iban transcurriendo los días, varias personas acudían a la estación de policía. Reportaban a familiares como desaparecidos. El agente, Gerardo Ortiz, era el encargado de tomar todas las querellas. Fueron 11 reportes en menos de un mes. Sin embargo, el audaz policía fue uniendo la información de los desaparecidos en conjunto con las versiones de sus familias. Mas no se imaginaba que pronto surgiría lo inesperado. Mientras transcurría la investigación, el agente Ortiz recibió la llamada de una fémina que se identificó como Martha Cruz. La mujer le indicó al oficial que cerca del patio de su casa, en el barrio Los Olivos, de la ciudad de Castilla, emanaba una fuerte peste. Inmediatamente, el investigador recordó que antes de recibir las querellas había visto a tres mujeres, tarde en la noche, haciendo jardinería en el barrio Los Olivos. Esto llevó al policía a descubrir una fosa común de la que él no sabía que sería parte.
Nunca he tenido problemas para hacer lo que se me antoje, casi todo me era permitido, yo era la ley en este pueblo. Me llamo Adela y soy la menor de las Villafañe, soy una respetada abogada por lo cual nadie duda de mi integridad. Mas toda mi reputación y mi renombre corre peligro desde que apareció Gerardo Ortiz. Este hombre arruinará mi vida y la de mis hermanas. Él nos vio haciendo jardinería a las 3:00 de la mañana, por lo que estoy segura de que sospecha de nosotras. Debo resolver esto de alguna manera, pienso mientras camino. Angustias, a pesar de ser la mayor, es la más inocente de nosotras. Ella no comprende en el peligro en que nos encontramos. Pienso y pienso mientras mi hermana Angustias, se encuentra en una pequeña juguetería. De repente aparece la detective Scarlette. Si no mal recuerdo, ella es la ayudante del oficial Gerardo Ortiz en la investigación que podría hundirnos. Inmediatamente pensé en invitarla a tomar el té para así resolver esta situación de una vez y por todas.
De todos los casos que he trabajado, este ha sido el más complicado. Llegué a este pueblo desde Nueva York para resolver esto rápidamente y aún no he encontrado ningún tipo de evidencia vinculante. Por otro lado, el detective Ortiz tiene pistas, pero no las ha podido conectar. Para ser honesta, me siento fracasada. Lo único que sé, es que las hermanas Villafañe tienen alguna conexión con los once asesinatos. De camino por el pueblo, me encontré con dos de las hermanas las cuales me invitaron a tomar el té, y por supuesto acepté.
No todo lo que se ha dicho hasta ahora tiene por qué ser cierto. Y si todo en realidad es que estos recién llegados detectives Ortiz y Scarlette son los verdaderos culpables de los once asesinatos. Me parecía que estos dos detectives nos querían inculpar. Tengo entendido que mis hermanas y yo, solo nos hemos dedicado a cultivar y cuidar bien nuestro jardín. Así como nos enseñó nuestra mamá. Recuerdo aquel viernes 13 en que a papito le dio un dolorcito en el pecho y para que descansara en paz lo sembramos en el jardín. Desde entonces mis hermanas y yo cogimos el gusto por la jardinería. Era algo que hacíamos con bastante frecuencia, ya me desesperaba si mis hermanas no traían el abono para nuestro jardín, porque temía que nuestras plantas y árboles murieran.
Revista [IN]Genios, Vol. 4, Núm. 2 (abril, 2018).
ISSN#: 2374-2747
Universidad de Puerto Rico, Río Piedras
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