Génesis Hernández González
Departamento de Psicología
Facultad de Ciencias Sociales, UPR RP
Veo varios horizontes a lo lejos
cada uno con su propio techo
hecho de tejas de azules hojuelas
que si las tocas bailan entre luces,
como aceite derramado en el suelo,
como la refracción de un diamante
que nunca he visto, pero conozco
porque tengo imitaciones.
Cada una tan brillante y mentirosa
como las cotorras que repiten, pitan, dicen,
hablan sobre lo que desconocen
sin conciencia de la ciencia minuciosa
que desaparece si la miras a los ojos.
Veo la beldad escondida
entre las cortinas de los verdes montes,
que rebeldes desaparecen entre nubes
hechas del humo gris que hemos creado
con las tizas y trizas de hermanos y primos.
Veo la beldad que se agacha bajo las faldas
de los prados que aún no hemos tocado
y no nos llama ni nos mira y casi ni respira
con la esperanza de que no la hallemos.
¡Pero ya la vemos—ya la veo!
Es tan pura, tan diurna, tan tierna ella.
Veo una beldad desnuda que no se avergüenza,
una beldad grisácea, pero no por eso menos deslumbrante,
una nueva pieza para nuestra caja de herramientas
que no habla ni nos mira y mucho menos respira.