Janlouis Rodríguez Figueroa
Departamento de Biología
Facultad de Ciencias Naturales, UPR Arecibo
La palabra se podría comparar con el mar y sus repentinos estados cambiantes algunas veces en calma, otras inquieta o un tanto alegre, pero sobre todo hermosa en todos sus periodos. Esperando el momento perfecto para estremecer completamente tu mundo. La inesperada llegada y espera de vocablos los cuales causen tanto amor por la palabra. Impulsar el uso de palabras extintas y otras inimaginables buscando el momento perfecto para citar tales profundas palabras llenas de estima, malquerencia, tirria, júbilo, entre otras.
Por eso creo y estoy convencido que se debería premiar a quienes aman y persiguen estas hermosas palabras y lo que ellas reflejan. No pretendo haberlo logrado, pero ese ha sido el principal interés de mi vida. Buscar y encontrar esas palabas. Tener esa epifanía de descubrir una palabra nueva, un universo por delante. Ese frenesí inefable, el cual causa el idioma. Ese perenne crecimiento del idioma y la palabra. Que lo vuelve más acendrado y que sea sempiterno. Que se vuelva inconmensurable ante los ojos y corazones de todos. Y ojalá siempre tenga esa luminiscencia, la cual describe nuestro idioma.
Y si algo afecta la palabra, esta viajará hacia la soledad y la resiliencia la hallará. Podrán olvidarla, pero por serendipia nuevamente la encontrarán y en ese momento de epifanía, nostalgia y ataraxia, ver la palabra tomar forma en lo que siempre ha sido el desenlace de cada historia. Y siempre recordar que en cierto punto toda palabra fue inventada de la nada.
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