Del polvo a la poesía: la poética del sida, la melancolía griega y el legado de Susan Sontag en Invitación al polvo de Manuel Ramos Otero

From dust to poetry: The poetics of AIDS, Greek melancholia and the legacy of Susan Sontag in Invitación al polvo by Manuel Ramos Otero   

Valeria S. Acevedo-Argüelles
Departamento de Literatura Comparada
Facultad de Humanidades, UPR RP

 

Recibido: 01/03/2024; Revisado: 18/04/2024; Aceptado: 01/05/2024 

Resumen 

Los poemas en Invitación al polvo (1991) de Manuel Ramos Otero abordan la realidad emotiva que experimenta del autor desde que recibe su diagnóstico hasta su lecho de muerte. Aunque Ramos Otero no establece un orden secuencial en sus poemas para explorar la progresión de su enfermedad, los poemas “Insomnio”, “Nobleza de sangre” y “La rosa” sugieren una línea del tiempo desde su diagnóstico hasta su fallecimiento en donde el autor poco a poco acepta su muerte próxima. Este artículo contextualiza los tres poemas dentro de la pandemia del sida, para luego abordar su análisis literario.  

Palabras claves: poética, sida, lírica terminal, identidad, enfermedad como metáfora 

Abstract 

The poems in Manuel Ramos Otero's Invitación al polvo (1991) tackle the emotive reality experienced by the author from the moment he receives his diagnosis up until his deathbed. Although Ramos Otero does not establish a sequential order in his poems to explore the progression of his illness, the poems “Insomnio,” “Nobleza de sangre,” and “La rosa suggest a timeline from his diagnosis to his passing where the author gradually accepts his approaching death. This article contextualizes these three poems within the AIDS pandemic to then approach their literary analysis.   

Keywords: poetics, AIDS, lírica terminal, identidad, illness as metaphor 

Introducción 

Invitación al polvo (1991) es la obra poética emblemática del escritor puertorriqueño Manuel Ramos Otero, publicada póstumamente tras su fallecimiento en 1990. El título mismo, el cual sugiere los temas de finitud y sexualidad que se exploran en el poemario, juega con la dualidad del término “polvo”. Este término alude tanto al versículo bíblico “Pues polvo eres y al polvo volverás” (La Biblia de las Américas, Gen. 3:19) como al coloquialismo puertorriqueño asociado al acto sexual. Los poemas, imbuidos de una emotividad intensa reminiscente de la melancolía helenística, abordan tabúes sociales y desafíos personales del autor. Compuesto entre 1985 y 1990 en Nueva York y Puerto Rico, Invitación al polvo trasciende sus ubicaciones geográficas, ya que se arraiga en la materialidad del cuerpo del autor tanto en el contexto de sus experiencias sexuales y amorosas como en sus experiencias con el sida. El poemario está dividido en tres secciones: “De polvo enamorado”, “La víspera del polvo” y “La nada de nuestros nunca cuerpos”. La primera sección, y a su vez la más extensa, explora las experiencias homoeróticas de Ramos Otero en torno a la figura central de José como el objeto amado. Este segmento también aborda los temas de colonización e independencia que el autor posteriormente relaciona con las dinámicas de poder dadas al enfrentar el sida. La intersección de la identidad sexual y la conciencia política se manifiesta de manera profunda en esta parte del poemario. 

En la segunda sección, “La víspera del polvo”, que parece hacer referencia a la novela La víspera del hombre de René Marqués, Ramos Otero se sumerge directamente en sus propios padecimientos con la enfermedad del sida. Esta sección explora la vulnerabilidad del autor frente a su propia mortalidad, y, además, se convierte en un testimonio conmovedor que refleja la realidad de la mayoría de los pacientes de sida en la década de los ochenta. Los poemas de Manuel Ramos Otero en “La víspera del polvo” abordan la realidad emotiva que experimenta el autor, desde que recibe su diagnóstico hasta su lecho de muerte. Aunque Ramos Otero no establece un orden secuencial en sus poemas para explorar la progresión de su enfermedad, los poemas “Insomnio”, “Nobleza de sangre” y “La rosa” sugieren una línea del tiempo —desde su diagnóstico hasta su fallecimiento— en donde el autor va poco a poco alcanzando una aceptación de su muerte próxima. 

La enfermedad  

En la década de 1980, Puerto Rico y Nueva York experimentaron un aumento significativo en los casos de VIH/sida. La transmisión del virus en estas áreas estuvo vinculada principalmente a prácticas de riesgo, como el uso compartido de agujas entre usuarios de drogas intravenosas y prácticas sexuales sin protección. El estigma social asociado con la enfermedad y la falta de conciencia pública sobre las medidas preventivas también contribuyeron a la propagación del virus. En Puerto Rico, la crisis del VIH/sida se vio agravada por factores socioeconómicos y culturales específicos al archipiélago. La población enfrentó desafíos significativos en términos de acceso a la atención médica, educación sexual y recursos preventivos. La situación se vio exacerbada por la falta de recursos gubernamentales dedicados a programas de prevención y tratamiento. Entre enero de 1981 y febrero de 1997, Puerto Rico tuvo unos 23,089 casos reportados de sida. Además, en 1997, San Juan era la séptima metrópoli de los Estados Unidos con mayor incidencia de casos por cada 100,000 habitantes (Gómez et al. 378). En Nueva York, como epicentro global de la epidemia en ese momento, la crisis del VIH/sida afectó de manera desproporcionada a comunidades marginadas —en particular a la población LGBTQ+— y a grupos étnicos marginados. 

A su vez, se vio afectada significativamente la calidad de vida de los pacientes de VIH/sida en Puerto Rico y Nueva York. Además de los desafíos físicos asociados con la enfermedad, como la pérdida de peso extrema y la debilitación del sistema inmunológico, la estigmatización rampante produjo desafíos mentales y emocionales. La ausencia de tratamientos efectivos al inicio de la epidemia agravó la sensación de desesperanza entre los pacientes afectados. Susan Sontag, en su libro AIDS and Its Metaphors (1989), describe cómo el paciente común solía enfrentarse a los estigmas al ser diagnosticado con SIDA: 

Indeed, to get AIDS is precisely to be revealed, in the majority of cases so far, as a member of a certain “risk group,” a community of pariahs. The illness flushes out an identity that might have remained hidden [...] It also confirms an identity and, among the risk group in the United States most severely affected in the beginning, homosexual men, has been a creator of community as well as an experience that isolates the ill and exposes them to harassment and persecution. (25) 

Este pasaje explica cómo el contraer VIH/sida conlleva una revelación fundamental sobre la identidad del paciente. El proceso de “revelación” o “clasificación” social —como descrito por Sontag— no solo afecta al paciente a nivel biológico o corporal, sino que también lo sitúa en una categoría social específica. Consecuentemente, influye en la manera en que es percibido y hasta en el tratamiento médico que recibe. Ramos Otero fue más que consciente de este proceso al redactar Invitación al polvo. Por lo tanto, aunque su obra —en especial sus escritos críticos— siempre ha abogado por la búsqueda de una autonomía artística radical que no debe ser sometida a pretensiones universalistas del canon occidental (Luna 191), su poesía alude a una vivencia compartida por las personas cuir que padecieron del VIH/sida.  

El diagnóstico  

En Invitación al polvo, Ramos Otero hace alusión a cuando fue diagnosticado con sida únicamente en su poema “Insomnio” (46). El poema comienza describiendo la llegada de un sobre que contiene los resultados de su condición médica y que la voz poética se muestra renuente a abrir. Desde el inicio, se establece de manera contundente una equivalencia entre un diagnóstico positivo de esta enfermedad y la muerte: “Esta mañana llegaron los resultados de mi muerte y todavía no abro el sobre (el ataúd, debiera decir)” (46). Aunque el poema no menciona explícitamente al sida, es posible identificar la enfermedad dada la contextualización proporcionada por los poemas circundantes. Esta equivalencia entre la enfermedad del sida y la muerte es una que Sontag aborda a detalle en AIDS and Its Metaphors como una crítica a la práctica médica de su momento. Sontag percibe esta equivalencia como falsa, como una asociación que no beneficia al paciente de ninguna manera y, en cambio, socava sus expectativas de vida al agobiarlo con desesperanza.  

Este argumento de Sontag no se limita al sida. Su obra anterior y más reconocida, Illness as Metaphor (1978), examina los efectos negativos de esta equiparación con relación al cáncer y la tuberculosis. La premisa fundamental de Sontag es que equiparar estas enfermedades a la muerte conduce a un tratamiento estigmatizante, lo cual es una tendencia que no debería tener cabida alguna en el ámbito médico. Según Sontag, estas enfermedades son fenómenos biológicos concretos, no entidades místicas.  Al abordar aspectos místicos o metafóricos en el tratamiento, el personal médico le atribuye indirectamente al paciente un sentido de culpa por su enfermedad. En el caso del sida, la pensadora explica: “The unsafe behavior that produces AIDS is judged to be more than just weakness. It is indulgence, delinquency —addictions to chemicals that are illegal and to sex regarded as deviant” (Sontag 25). Este sentido de responsabilidad individual por la enfermedad se vuelve letal cuando se entrelaza a un sentido rampante de homofobia sistémica. 

Sin embargo, aunque los argumentos de Sontag son increíblemente importantes al abogar por un tratamiento justo para el paciente, especialmente en el contexto de las identidades cuir, la poesía de Ramos Otero se encarga más que nada de representar la realidad emotiva de un paciente de sida. Su poesía no aborda cuestiones pragmáticas del tratamiento de la enfermedad. La realidad emotiva presentada por Ramos Otero puede incluir todo, desde reflexiones existenciales sobre su creación literaria, hasta paralelos entre el desgaste físico provocado por su enfermedad y la desesperanza. En el poema “Insomnio”, la voz poética ni siquiera menciona en algún momento el abrir el sobre y confirmar su diagnóstico. Aun así, la convicción de su enfermedad —y por ende de su muerte— es tan incuestionable que el poema se trata de una visión sobre la vida después del fallecimiento de la voz poética:  

El único temor que abrigo es que la muerte   

sea un insomnio eterno en un país fatal   

sin cigarrillos, en un lecho sin fin   

habitado por nadie, sin que nadie me clave,   

como al otro, en un cielo que quiere ser cuneta. (46) 

La visión se trata de las peores circunstancias en donde puede hallarse el poeta luego de perecer tras los abatimientos de su enfermedad. Utiliza múltiples metáforas para describir esta visión. El título mismo del poema sugiere que uno de sus temores más profundos es la incapacidad de alcanzar verdaderamente un descanso. No obstante, la elección de la palabra “insomnio” insinúa un desgaste corporal más allá de un simple estado de vigilia constante. Por ende, es como si expresara que su mayor pesadumbre es que el desgaste corporal que enfrenta al momento a consecuencia del VIH/sida lo persiga después de la muerte. La ausencia de cigarrillos en este más allá hipotético es una metáfora para la ausencia de placer, especialmente dado el hecho de que luego menciona “sin nadie que me clave” (46). Aunque el verbo clavar hace alusión a otro coloquialismo puertorriqueño asociado con el coito, también alude a una imagen religiosa del sacrificio o martirio de Cristo. Ramos Otero no es ajeno a las alusiones bíblicas constantes, lo que sugiere que su más allá de pesadilla es uno que no requiera sacrificio. Finalmente, la voz poética expresa una ansiedad profunda por la soledad. En esencia, la peor pesadilla de la voz poética después de la muerte es un lugar sin descanso, sin placer, sin sacrificio, donde se encuentre irrevocablemente solo. En la última línea del poema, describe a este lugar como “un cielo que quiere ser cuneta” (46) —es decir, un más allá que rigidiza y reglamenta el flujo de su alma. Esta es la verdadera pesadilla: la ausencia de libertad. 

Aunque “Insomnio” se encarga de describir las peores ansiedades de Ramos Otero, también sienta una base para los temas que abarcan su poesía en términos generales. Por ejemplo, la voz poética utiliza a la escritura como un método de evasión de la realidad para no tener que abrir el sobre que confirma su diagnóstico. Pese a que este método de evasión está documentado en múltiples poemas, la existencia misma de Invitación al polvo, escrito a lo largo de su enfermedad hasta su lecho de muerte, sirve como evidencia. Por esa misma línea, la voz poética reflexiona sobre la naturaleza de la muerte de los escritores. Establece que los escritores mueren sin importar que hayan tenido éxito en vida —“en un féretro de roble forrado / de moaré” (46)— o todavía apegados a las ficciones y a los mundos de sus obras —“en un museo de humo / habitado por dragones de papel / con rostro de bugarrón caribeño” (46). Además, el poema “Insomnio” introduce el leitmotiv de la rosa que se seguirá elaborando en la sección “La víspera del polvo”, especialmente en uno de sus poemas más notorios, “La rosa”. Desde “Insomnio”, ya Ramos Otero equivale a la rosa con la muerte cuando escribe: “porque no todas las rosas son iguales / aunque se llamen rosas, porque no / todas las muertes son la misma” (46).  

Regateos existenciales 

El único instante en Invitación al polvo donde la voz poética menciona explícitamente al sida es en el poema “Nobleza de sangre” (p. 62-63). A la par con los motivos religiosos que suele utilizar Ramos Otero, el poema es un tipo de sermón u oración donde le echa en cara a Dios las injusticias de los padecientes del sida al irónicamente darle las gracias por las mismas. Las alusiones religiosas de Ramos Otero van a la par con las temáticas sobre el más allá, la trascendencia y la muerte que funcionan como hilo conector en todos los poemas de “La víspera del polvo”. “Nobleza de sangre” constituye, más que nada, un regateo existencial de la voz poética la cual experimenta corpóreamente los síntomas despiadados del sida.  

En la primera mitad del poema, la voz poética comienza cada uno de sus reclamos con “Señor” (62). La palabra está estilizada en cursiva tal vez para proveer énfasis, o tal vez para comunicar que se trata de un término ajeno a la “lengua” —al vocabulario habitual— de la voz. La estilización en cursiva sugiere extrañeza y distancia. Esta anáfora anticipa las críticas que lanzará contra el nombre de Dios. Su premisa fundamental es que no existe razón lógica que justifique el dolor causado a los padecientes del SIDA, cuya mayoría son “tecatos y maricones de New York, San Francisco, Puerto Rico y Haití” (62). Inmediatamente, Ramos Otero destaca en este poema las mismas conexiones identitarias al sida que destacó Sontag en AIDS and Its Metaphors. Sin embargo, el autor extrapola esta conexión no desde un estudio académico y meticuloso de las dinámicas sociológicas del sida, sino desde su experiencia vivida como hombre homosexual en estas ciudades y padeciente de la enfermedad. Por otro lado, compara su experiencia con aquellos grupos religiosos que parecen haber sido absueltos del sida, como si esta enfermedad fuera una plaga del Antiguo Testamento dictaminada por Dios hacia los “tecatos y maricones” (p. 62). Para probar su punto de la irracionalidad de este castigo, la voz poética establece que estos grupos religiosos han sido absueltos de la plaga ya que reconocen inherentemente los caprichos de Dios y apelan a los mismos. Según la voz poética, apelan a un Dios soberbio, arrogante, sediento de poder y hasta posiblemente arrepentido de sus crímenes de guerra. Por ejemplo, si los religiosos piden el diezmo y se hacen ricos apelando al miedo de la población, se debe a que “saben que [de Dios] es todo el oro de los Incas y el dólar doble” (62). En esta línea colmada de ironía, la voz poética no solo insinúa la avaricia del Señor de los cielos, sino que directamente hace referencia a las dinámicas de poder de la colonización, en donde se utilizó al cristianismo como una artimaña para la asimilación y la violencia.   

Al fin y al cabo, la identidad es una de las temáticas más potentes de todo el poema. En “Nobleza de sangre”, Ramos Otero no solo cuestiona sus propias identidades, sino que también cuestiona las identidades de Dios. Por ende, las alusiones al colonialismo no son extrañas. Su experiencia como sujeto colonizado es un tema que explora desde antes en otros poemas de la colección, como en los poemas “23” y “26” de la primera sección titulada “De polvo enamorado”. Al traer a la mesa al colonialismo como uno de los factores definitivos de su experiencia vivida, lo que hace es enfatizar el rol de Dios como un opresor contrario a un ser misericordioso. En su poema “La caja china”, en el que Ramos Otero describe la evolución de su vida amorosa a lo largo de su vida, habla de Dios como su primer amante: “Me amaba con espíritu como si los dos fuéramos niebla / y la piel fuera menos, mucho menos, que la nada” (52). Por ende, las alusiones religiosas constantes del autor se deben a que la religión ha sido un elemento constante para sí desde su infancia. Además, apoya la naturaleza cíclica que usualmente poseen sus temáticas: Dios es tanto la figura amorosa que ha estado desde su niñez como la figura hegemónica a la cual cuestiona en sus últimos días. 

Más allá de su crianza religiosa, el dolor que sufre diariamente por el sida es lo que realmente le lleva a tales consideraciones de Dios como un ser opresor. Como establece la cita anterior de “La caja china”, Dios no considera al cuerpo al momento de amar, sino al espíritu. Por lo tanto, los padecimientos corpóreos de la voz poética —como “esos sudores o escalofríos nocturnos [...] ese cansancio eterno, Señor, que no me deja caminar [...] ese asco colectivo al Kaposi Sarcoma y a la tuberculosis, a la flaquencia y a los hongos epidérmicos” (63)— son el tipo de situaciones que le resultan incomprensibles a Dios desde su inmaterialidad. Dios como ser incorpóreo nunca podrá experimentar los padecimientos y dolores que la voz poética sí experimenta. En estos versos, Ramos Otero menciona explícitamente algunos aspectos de su sintomatología, lo cual le permite suscitar a su cuerpo como paralelo al dolor de su espíritu. Por consiguiente, su cuerpo es evidencia de sus pesares de la misma manera en que es el agente que los causa. Este planteamiento se opone a los de Sontag en tanto AIDS and Its Metaphors e Illness as Metaphor. Según Sontag, no debe existir correlación entre el estado de ánimo del paciente y la mejora de su enfermedad, ya que le atribuye la culpa injustamente al estado de ánimo del paciente si este no se mejora. Sin embargo, este postulado no refleja la realidad emotiva de Ramos Otero, el cual utiliza a su cuerpo como una metáfora en su poesía para abordar el dolor anímico que le generan sus padecimientos. 

Más adelante en “Nobleza de sangre”, como parte de la temática de la identidad, la voz poética ejecuta una reclamación identitaria radical de los estigmas que han plagado su experiencia como paciente del sida. En el clímax del poema, su angustia lo lleva a declarar: “Señor, me voy a tomar la poca libertad que me queda, colonizado al fin, / y definir nuestra identidad: ¡Que nos llamen sidosos de una vez y todas!” (63). En lo que respecta al papel de Dios como opresor en el poema, la reclamación identitaria como paciente de sida se presenta como un desafío significativo a los sistemas opresores que lo han estigmatizado despiadadamente. En términos generales, los procesos de reclamación son intrínsecos a la búsqueda de la equidad, la justicia y la emancipación de grupos históricamente marginados. La noción de reclamar una identidad implica un acto consciente de resistencia que va más allá de una mera afirmación; constituye una estrategia de confrontación y transformación de las narrativas preexistentes impuestas por los opresores. En este caso, el llamarse sidoso se trata de una reclamación radical de los estigmas provocados por los grupos religiosos discutidos en el poema; y no solo ante los grupos religiosos, sino ante el poder hegemónico y sistémico representado por Dios mismo.  

Luego de esta reclamación, Ramos Otero se atreve a cuestionar las identidades de Dios con la siguiente pregunta: “¿qué te llevó a otorgarles la franquicia de la segunda destrucción de Sodoma, a los americanos?” (63). En otras palabras, cuestiona por qué Dios le exime del castigo de la “plaga” del sida a un pueblo que ha cometido de las mayores aberraciones históricas hacia otros pueblos. Además, la mención de Sodoma posee una relación intrínseca con representaciones de la homosexualidad, especialmente con el término sodomización. La mención singular de Sodoma —no en conjunto con Gomorra como suele nombrarse— alude directamente a la identidad cuir de la voz poética y los estigmas vinculados al sida como una enfermedad de la comunidad LGBTQ+. Es más, alude a la conceptualización opresora de la homosexualidad como enfermedad mental y pecado en sí misma. Incluso antes de la epidemia del sida, la homosexualidad ya había sufrido históricamente de patologización. La American Psychiatric Association no eliminó explícitamente la homosexualidad del Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (DSM) hasta 1973; y no fue hasta 2013 que eliminó por completo las referencias a los trastornos relacionados con la angustia por la orientación sexual. 

Empoderado con su nuevo título de sidoso y con un nuevo sentido de valentía, la voz poética le brinda explicaciones posibles a Dios para su apoyo de los opresores desde una perspectiva freudiana mediante conjeturas que parecen herejías: 

¿Será, tal vez, tu soledad total, tu colosal hastío, tu complejo de   

culpa con tantos genocidios, tu frustración sexual con los apóstoles,   

o la ingenua ilusión de creer que el derecho al amor, a la carne secreta,   

a la vida y la muerte aún te pertenecen con affidavit de cuna? (63)

La mención de Freud en la conclusión del poema enfatiza la temática de las dinámicas de poder que se encuentra en todo el poemario, especialmente con relación a una figura hegemónicamente masculina como lo es Dios. En un verso anterior, Ramos Otero describe al poder de Dios con la siguiente metáfora: “la dulce cortadura de tu espada de carne” (62). Esta descripción sincretiza el poder divino en el símbolo fálico de la espada, lo cual se conecta perfectamente con los postulados freudianos que la voz poética trae a la mesa al final del poema. Todas las críticas que Ramos Otero otorga al carácter de Dios en “Nobleza de sangre” se asocian con su visión de la peor versión del más allá en “Insomnio”: la soledad, el hastío y hasta la represión sexual. Existe una tensión entre el deseo de amar a la figura divina que fue su primer amor y odiarla fervorosamente. La opresión divina imposibilita su apreciación de Dios, generando puro resentimiento —el efecto opuesto del amor. Adicionalmente, en “Nobleza de sangre”, Ramos Otero alude a la cuneta previamente mencionada en “Insomnio” como símbolo del yugo divino: “[los filmógrafos] restituyeron tu divina mugre de cuneta” (63). Por ende, la cuneta es uno de los leitmotifs que Ramos Otero utiliza para establecer la unidad de efecto en su poesía. Algunos motivos adicionales son la resurrección, el relato de Lázaro, la figura de Dios, la técnica de la caja china y, finalmente, la rosa. 

El viaje 

“La rosa” se destaca como uno de los poemas más renombrados de Manuel Ramos Otero, donde el autor aborda la llegada inminente de su propio fallecimiento. He aquí la tercera y última etapa de su enfermedad luego de enfrentar la negación de su diagnóstico y el regateo existencial: la aceptación de su muerte. El símbolo de la rosa alude por sí solo a la tradición barroca del memento mori, aunque también puede aludir a la tradición literaria del Siglo de Oro hispano en general, tanto el Barroco como el Renacimiento. En su “Soneto XXIII”, Garcilaso de la Vega utiliza a la rosa para abordar lo efímero de la juventud y la inevitabilidad de la muerte, estableciendo: “Marchitará la rosa el viento helado”. Aproximadamente un siglo después, Sor Juana Inés de la Cruz en “A una rosa” le atribuye consideraciones existencialistas y mortales a una rosa a través del uso de la prosopopeya: “Con que con docta muerte y necia vida, / Viviendo engañas y muriendo enseñas”. Por lo tanto, esta relación entre la rosa y la muerte es una que precede a Ramos Otero y a la cual intencionalmente hace alusión. 

El poema comienza con los mismos versos con los que termina, como un uróboro: 

El martes que viene voy de viaje.  

No es necesario hablar de mal agüero.  

Regreso al pan, al mar y al aguacero.  

A humedecer con polvos mi homenaje. (64)

En estos versos, la voz poética anuncia su propia muerte con corte de profeta. No se trata de un “mal agüero”, es decir, una predicción falsa o un maleficio, sino de todo lo contrario. El tono es de certeza. Asimismo, anuncia que su fallecimiento ocurrirá el martes siguiente, evocando una superstición arraigada en los países hispanohablantes como Puerto Rico, donde los martes son considerados días de mala suerte. Por lo tanto, las circunstancias de su defunción, las cuales están plagadas con los padecimientos del SIDA, surgen de una desdicha. No obstante sus padecimientos, Ramos Otero encierra en sí mismo una conexión trascendental con elementos naturales como el alimento y el agua. Los elementos mencionados por la voz poética —el pan, el mar y el aguacero— sugieren alusiones bíblicas como el cuerpo de Cristo, el mar Negro y hasta el diluvio. Por esta razón, no debe hablarse de augurios negativos, ya que la voz poética afirma su trascendencia a través de estos elementos. Contrario al tono divino y sobrehumano de estas alusiones bíblicas, la voz poética describe su vida como una llena de placer, de pecado y de disfrute. Ramos Otero, promulgador de la individualidad radical, siempre se opuso a ser un “hombre de papel” (64), un hombre débil que busca la tenuidad en vez de la intensificación de la experiencia humana. Por esta razón, probó “las uvas negras del delirio” (64), una imagen que expresa un sentido profundo de placer y locura —cualidad comúnmente atribuida a los escritores desde la tradición griega— mediante la referencia al dios griego Dionisio. Por ejemplo, en el libro XXX del texto pseudo-aristotélico Problemata, el autor escribe:  

WHY is it that all those who have become eminent in philosophy or politics or poetry or the arts are clearly of an atrabilious temperament, and some of them to such an extent as to be affected by diseases caused by black bile [...]? (Aristóteles 953). 

En otros textos médicos griegos, específicamente de Galeno, se compara a la bilis negra con las lías del vino (Vinkesteijn 295). Por ende, incluso desde la tradición griega existe un hilo entre la poesía, la melancolía y el vino la cual está plasmada también en “La rosa” y en la totalidad de Invitación al polvo

Así como “La rosa” explora las temáticas religiosas tan arraigadas en la poesía de Ramos Otero, también contempla el propósito de su vida como escritor, percibiéndola como una tarea de sacrificio o martirio incesante. Incluso cuando está en su lecho de muerte, no deja atrás los mundos de ideas y las visiones que ha desarrollado desde su profesión. Al fin y al cabo, su escritura es uno de los mayores placeres de su vida y según Ramos Otero: “No hay que pedir perdón por el placer del alma” (64). Sin embargo, a pesar de esta declaración, su poesía pinta la imagen de un hombre en la encrucijada con respecto a sus creencias sobre el placer. Por un lado, el derecho al placer es uno de los principales postulados de su poesía; por otro, ni el mundo ni los cielos de cuneta respaldan esta premisa. Además, un pesar que expresa frecuentemente en su poesía es que sus dolencias físicas causadas por el sida se interponen en su escritura. Ramos Otero termina desarrollando en su escritura una dualidad del ser entre su yo escritor y su yo paciente.  

Dadas las posturas que expone sobre el propósito de su vida, tanto como individuo y escritor, “La rosa” representa la cumbre de la lírica terminal de Manuel Ramos Otero. De este poema sale una de las imágenes más representativas de las temáticas existenciales de la obra, un verso que puede servir como oración tesis para Invitación al polvo: “manos labriegas surcando en entretelas la libertad mortal que nadie entiende” (64). 

Últimas consideraciones  

La exploración de la poética del VIH/sida en Invitación al polvo de Manuel Ramos Otero expone un entramado literario profundamente arraigado en la experiencia personal del autor y en la epidemia que marcó la década de 1980 en Puerto Rico y Nueva York. Al desentrañar la emotividad intrínseca en la obra, se revela la conexión íntima entre la narrativa poética de Ramos Otero y el contexto histórico y cultural en el que emerge. La experiencia del autor, marcada por las dificultades y los estigmas que enfrenta al contraer VIH/sida, trasciende las barreras geográficas y temporales, lo cual resuena con las experiencias compartidas por aquellos que han enfrentado la enfermedad y el estigma asociado. La voz poética, teñida de crítica social, no sólo cuestiona las percepciones de la enfermedad, sino que también indaga en la esencia misma de lo divino y el papel de la religiosidad en las estructuras de poder. Por lo tanto, mediante tres de sus poemas —“Insomnio”, “Nobleza de sangre” y “La rosa”— Ramos Otero es capaz de desarrollar estas temáticas desde el diagnóstico de su enfermedad hasta su muerte en 1990. Su poesía se configura como un monumento literario que explora las intersecciones entre la identidad, la enfermedad y la melancolía desde el contexto puertorriqueño, además de encontrarse en increíble conversación con AIDS and Its Metaphors e Illness as Metaphor de Susan Sontag. 

Referencias  

Aristóteles y Seymour Forster, Edward. Problemata. Clarendon Press, 1927.  

De la Vega, Garcilaso. “Soneto XXIII.” Centro Virtual Cervantes, 2001, https://cvc.cervantes.es/actcult/garcilaso/versos/soneto09.htm 

Gómez, María A., et al. “The Shape of the HIV/AIDS Epidemic in Puerto Rico”. Revista Panamericana de Salud Pública, vol. 7, no. 6, 2000, pp. 377–383. PubMed, doi:10.1590/S1020-49892000000600004 

I. de la Cruz, Juana. “Sor Juana Inés de La Cruz: A una rosa.” Trianarts, 2021, trianarts.com/recordando-a-sor-juana-ines-de-la-cruz-a-una-rosa/#sthash.JctHLHzK.dpbs. 

La Biblia de las Américas. The Lackman Foundation, Bible Gateway, 1997, www.biblegateway.com/passage/?search=G%C3%A9nesis+3%3A18-20&version=LBLA 

 Luna, Noel. La caricia de lo inútil: ensayos 2002-2021. Ediciones Laberinto, 2022.  

Otero Ramos, Manuel. Invitación al polvo. Editorial Plaza Mayor, 1994.  

Sontag, Susan. AIDS and Its Metaphors. Farrar, Straus and Giroux, 1989. 

Sontag, Susan. Illness as a Metaphor. Penguin Classics, 1991.  

Vinkesteijn, Robert. “Galen on Black Bile and Melancholy.” Philosophical Perspectives on Galen of Pergamum: Four Case-Studies on Human Nature and the Relation Between Body and Soul, Brill, 2022, pp. 230–337. 


Posted on May 30, 2024 .