El TDAH, la medicación y sus implicaciones sobre la sociedad actual

ADHD, medications, and their implications on current society   

Paola M. Rivera Arroyo
Departamento de Psicología
Facultad de Ciencias Sociales, UPR RP

 

Recibido: 29/02/2024 Revisado: 16/04/2024; Aceptado: 20/04/2024 

Resumen  

Este escrito tomó como enfoque la medicación como vía de tratamiento para tratar el desorden TDAH. Se expone cómo la prescripción de los medicamentos refleja el estado de la sociedad actual. De tal manera, se examina la relación de los fármacos o medicamentos con los estándares de productividad y funcionalidad exigidos en la sociedad. A raíz de esto, se estudia cómo los diagnósticos llevan a la psicopatologización del sujeto implicando una concepción reducida de lo que es “normal” en las experiencias humanas. El escrito ofrece alternativas, entre ellas, considerar el diagnóstico como una construcción social digna a resignificar.    

Palabras claves: construcción social, medicamentos, sociedad, diagnóstico, TDAH   

Abstract 

This writing focuses on medication as a treatment approach for addressing ADHD. It exposes how the prescription of these medications reflects the current state of society. Accordingly, it examines the relationship of drugs or medications with the productivity and functionality standards demanded in society. As a result, this study examines how diagnoses lead to the psychopathologization of the individual, implying a reduced conception of what is "normal" in human experiences. This article proposes alternatives, among them, considering ADHD diagnosis as a social construction worthy of redefining.  

Keywords: social construction, medications, society, diagnosis, ADHD

Introducción  

El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) ha sido un diagnóstico muy prevalente durante los últimos años. Incluso, los medicamentos se han convertido en un factor esencial en la sociedad, especialmente para individuos con (TDAH) quienes optan por reincorporarse en los “quehaceres” de la vida cotidiana. Por tal razón, analizaré los documentales Take your pills (2018) y The medicated child (2008), entre otras fuentes, para elaborar este escrito. El enfoque será dirigido a partir de las siguientes preguntas: ¿Qué criterios, diagnósticos y síntomas son vinculados con el TDAH? Se tomará como punto de partida el DSM 5-TR para analizar dichos aspectos del diagnóstico. ¿Qué implica la sobremedicalización acerca de nuestra sociedad hoy en día? Se examinará el uso de medicamentos basándose en las exigencias de la sociedad. ¿Qué alternativas y acercamientos se pueden incorporar para tratar el TDAH? Se proveerán otras alternativas de tratamientos en conjunto con iniciativas parar resignificar el TDAH y su tratamiento. Es de particular interés analizar esta categoría diagnóstica, debido a la alta incidencia con la que se presenta.  

Este escrito está basado en la teoría del construccionismo social, cuyo enfoque se basa en cuestionar verdades, ya que se consideran producto del lenguaje, según lo establece Guzmán (2018). “La construcción social del TDAH se puede estudiar desde distintos aspectos y perspectivas, incluidas las condiciones de producción del discurso médico, la construcción de la desviación, las narrativas frente al diagnóstico y las representaciones sociales” (Vargas & Parales, 2017, p. 247). Se considera pertinente un método cualitativo ya que se analizarán las experiencias documentadas de personas que han consumido medicamentos. Este método cualitativo incorpora una postura subjetiva para entender a fondo los fenómenos que ocurren en el entorno. Se utilizará el análisis de contenido como técnica, debido a que conlleva la investigación de datos publicados previamente en los medios sociales, textos, libros o cualquier otro formato, sea físico o virtual (Arteaga, 2022). Esta técnica se considera la más adecuada para analizar las concepciones ya preestablecidas acerca del diagnóstico, los medicamentos y una sociedad hipercompetitiva y de alto rendimiento. Mediante el análisis de los documentales Take your pills y The medicated child se estudiará la realidad social respecto la normalización ante el diagnóstico TDAH y los fármacos utilizados para su tratamiento. 

Revisión de literatura 

El Manual de Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales (DSM 5-TR, 2022) establece que el TDAH se refiere a los patrones persistentes de hiperactividad o inatención que interrumpen la funcionalidad de un individuo. Esta categoría consta de cinco criterios que deben estar presentes en su totalidad para que pueda realizarse un diagnóstico. Cabe destacar que el primer criterio consta de dos partes: una para evaluar la inatención y otra para evaluar la hiperactividad. En esta parte, deben estar presentes al menos seis síntomas de inatención o de hiperactividad; también podrían estar presentes seis síntomas de ambas partes (CDC, 2022). Los síntomas deben haber estado presentes al menos seis meses, provocando retrasos en el desarrollo o impactos negativos en el ámbito social, académico u ocupacional. El segundo criterio establece que algunos de los síntomas deben haber estado presente previo a los 12 años. En adición, la sintomatología debe estar presente en más de dos escenarios del diario vivir (ej. escuela, familia, trabajo, etc.). De esta manera, el DSM 5-TR especifica que los síntomas deben interferir o reducir la capacidad de desempeño del individuo. Por último, se debe incorporar un diagnóstico diferencial, asegurando que los síntomas no son sean manifestados por la presencia de otro trastorno. Como parte de esta categoría diagnóstica es importante especificar si hay una combinación de hiperactividad e inatención en el individuo o solo una de estas predomina (CDC, 2022). Finalmente, se debe especificar la severidad de los síntomas o si el diagnóstico se encuentra en remisión.   

El TDAH ha tenido una cifra creciente con el pasar de los años que se ha visto reflejada en las alzas de medicamentos como tratamiento. Según Alvarenga y Dias (2021), las alzas en medicamentos han ocasionado una epidemia que no se limita a tratar síntomas, sino que se extiende a la búsqueda de algún tipo de mejora cognitiva con finalidad de aumentar la productividad, sin tener en cuenta las implicaciones éticas de este proceso. Este fenómeno ocurre ya que vivimos en una sociedad que valora la competitividad, la productividad y la funcionalidad sobre el bienestar de un individuo. Por tal razón, a la hora de recetar medicamentos y fármacos se pasan por alto los factores como el entorno y las vivencias para mejorar la calidad de vida y la salud mental del paciente.   

Para analizar este fenómeno en la actualidad, es indispensable considerar los inicios del movimiento antipsiquiátrico en los años 60. Según Cea Madrid y Castillo Parada (2018), este movimiento surge a partir de corrientes políticas y contraculturales, cuyo propósito es oponerse a la opresión de la subjetividad. El mismo permitió analizar las relaciones de poder, cuestionando los métodos violentos y opresivos para tratar aquellos individuos que el estado consideraba “perturbados”. Incluso, la aportación de este movimiento es de suma importancia debido a que proporcionó en gran medida los análisis críticos sobre los estigmas atribuidos a quienes no cumplían con las normas sociales. “Los parámetros establecidos socialmente, el vínculo entre la medicalización y el control social se manifestó tempranamente en la experiencia de la locura” (Cea Madrid y Castillo Parada, 2018, p. 560). Esta situación resultó ser alarmante, tanto así, que fue el fundamento para el movimiento antipsiquiátrico. En la antigüedad, la vía de tratamiento no se limitaba a la medicalización, sino que en su mayoría se acudía al manicomio o al asilo para aislar a los desviados del resto de la sociedad. No obstante, “el predominio irrestricto del mercado y la influencia de la industria farmacéutica fueron las claves del ascenso y auge del neoliberalismo en el campo de la salud mental, que permitieron reconfigurar el modelo manicomial bajo una nueva hegemonía: el paradigma farmacológico” (Cea Madrid y Castillo Parada, 2018, p. 560). 

De-construyendo el TDAH y los medicamentos: una mirada crítica 

Esta problemática respecto a los medicamentos para tratar el TDAH es abordada en el documental Take your pills (2018) elaborado por Alison Klayman. Los individuos que forman parte de este documental mencionan haber tomado o estado bajo medicamentos como Aderall y Ritalín, comúnmente recetados para tratar el TDAH. En dicho documental, los sujetos hablan sobre su experiencia con estos medicamentos para mejorar el desempeño, ya sea en la universidad, en el trabajo, en el deporte o en la vida cotidiana. Sin embargo, la razón que une estos testimonios es la necesidad de ser funcional y resaltar ante otros jugadores, estudiantes o compañeros de trabajo.  

En cuanto a las declaraciones en el documental, uno de los sujetos menciona haber tomado Aderall para mantener su productividad y atención a detalles dentro de un ambiente exigente de trabajo (Klayman, 2018). Esto apunta a la necesidad de medicamentos para cumplir con estándares irreales de productividad dentro de un contexto particular, cuyo caso es en el trabajo. Por lo tanto, se podría decir que los síntomas de TDAH son más evidentes o fáciles de identificar en un mundo con demandas atencionales competitivas (Geffen & Forster, 2018). Esto lleva a reflexionar ante la razón por la cual inicialmente se acude al profesional de la salud mental. Es decir, la motivación inicial se debe a la comparación con otros individuos en aspectos de progreso y funcionalidad, que normalmente surgen a partir de la exposición a otros entornos e individuos. Entonces, la administración de medicamentos para tratar el diagnóstico TDAH sugiere que principalmente se toman en cuenta los niveles de desempeño del individuo, en lugar de considerar cómo este se ve afectado en otros aspectos más allá del rendimiento. Entonces, se denomina un parámetro social respecto a lo que se espera acerca del individuo y su manera de funcionar, llevando a catalogarlos bajo un diagnóstico como TDAH si no cumplen con dichas normas prestablecidas, en lugar de tomar en cuenta distintas maneras en las que el individuo se puede manifestar para llegar al mismo punto de progreso que sus pares. Esto sugiere que estamos inmersos en una sociedad más enfocada en establecer parámetros de normalidad y funcionalidad. Por esta razón, suele haber un sentido de comodidad por parte de la sociedad al catalogarlos como “retrasados” y “menos capaces”, cuando por contrario deberían explorarse distintas maneras de practicar la inclusividad de individuos con algún tipo de diversidad funcional. 

Por otro lado, una estudiante en dicho documental menciona que tomar medicamentos como Aderall suele ser una práctica cotidiana entre estudiantes. Según Geffen & Forster (2018), muchos pacientes de TDAH han descubierto, a través de sus ambientes de trabajo, algunas soluciones alternas para lidiar con las demandas sociales y a su vez poder desempeñarse en espacios como la universidad. Un ejemplo de estas soluciones alternas sería la compra y venta ilegal de este medicamento, que ha sido normalizada entre universitarios. La estudiante trae a colación el uso de medicamentos como herramienta para impulsar la competitividad y buen desempeño académico. “Es muy difícil, a pesar del problema ético, saber que se puede obtener con tanta facilidad… aceptas sacar notas más bajas si no pagas dos dólares por una pastilla” (Klayman, 2018, 27:08). Nuevamente, esto implica el grado de competitividad y de productividad que promociona la sociedad, actitud que lleva a que el individuo lo espere de sí mismo. Esto lleva a cuestionar la razón inicial por las cuales se acude a los medicamentos hoy en día.  

Por otro lado, se puede decir que los medicamentos también suponen una estrategia de control por parte de la sociedad que fomenta la “normalidad” en conjunto con la competitividad, productividad y funcionalidad en el individuo. Incluso, Vargas (2017) argumenta que la aparición del medicamento surge ante la necesidad de mantener un control social, es decir, para modificar eficazmente comportamientos considerados desviados o disfuncionales. Es por esta razón que el TDAH se encuentra en un manual de diagnósticos, ya que según la capacidad de adaptación del individuo y la severidad de su sintomatología se etiqueta como normal o anormal. “Se medican cada vez más las conductas cotidianas y se restringe la noción de salud mental a estándares de normalidad inalcanzables, basados en una base pseudocientífica” (Vargas, 2017, p. 2), lo que apunta a que las experiencias normales del ser humano han sido reducidas a un límite impuesto por las llamadas “enfermedades mentales”. Son estas “enfermedades mentales” las que dan paso y sentido al uso de los medicamentos. Es decir, se incorporan los fármacos como manera de reincorporarse en un contexto social compuesto de exigencias de funcionalidad, productividad y competitividad. Entonces, cumplir con dichos criterios es lo que se consideraría sano y normal en la sociedad. 

Similarmente, el documental The medicated child (2008) de Marcela Gaviria elabora sobre la epidemia de diagnósticos de bipolaridad en niños y los medicamentos para tratarlo. Este documental igualmente trata el tema de la productividad y funcionalidad. No obstante, considera a los niños como un ente patologizado en la sociedad. The medicated child toma como ejemplo los niños, que son medicados desde edades tempranas del desarrollo y juegan el papel de “conejillo de india”. Uno de los psiquiatras se expresa acerca de la medicalización como si fuera un experimento; este procede describirlo como un riesgo dado a que no hay manera de asegurar su efectividad (Frontline, 2008). Según Méndez (2011), la efectividad de los medicamentos (en este caso para tratar TDAH) se refiere a la funcionalidad en las actividades cotidiana y no está relacionado con la raíz del problema, sino con la supresión de un síntoma (desatención, hiperactividad, impulsividad). Este tratamiento se impone como vía principal para lograr el funcionamiento óptimo, con la finalidad de que el individuo se reincorpore en el espacio familiar y académico. “El medicamento aseguraba el ajuste social en el ámbito educativo y les concedía la oportunidad de mantener estabilidad en las relaciones con sus pares” (Vargas, 2017, p. 13). El documental demuestra la exigencia de productividad y funcionalidad desde muy temprano en el desarrollo. Tanto así, que una madre expresa la necesidad de medicamentos para su hijo, ya que permite la funcionalidad de su familia, y describe la situación de su hijo como una de vida o muerte (Frontline, 2008). Timimi (2017) establece que la medicación de estimulantes dirigida a los niños para controlar su comportamiento refleja más sobre la cultura capitalista neo-liberal, en lugar del progreso científico. Entiéndase por capitalismo neo-liberal un sistema que opta por la maximización de la libertad individual igualmente en el mercado, y como resultado promueve la competencia, la eficacia y las soluciones instantáneas. Nuevamente, esto implica el contexto en el cual se tiende a patologizar a los niños como consecuencia de las exigencias sociales y culturales. “La perspectiva clínica infantil estaba más dirigida hacia la disminución de los síntomas (eficiencia) y de forma rápida (eficacia) que hacia la búsqueda de terapias psicológicas u otras alternativas” (Timimi, 2017, p. 10).    

La Food and Drug Administration (FDA, 2023) afirma que estos medicamentos pueden ser prescritos a niños de seis años que se encuentran atravesando procesos cruciales de desarrollo fisiológico, con el propósito de reducir síntomas de TDAH y de mejorar el funcionamiento. No tan solo eso, sino que el diagnóstico tiene mayor incidencia durante las edades de tres a seis años, aun cuando el niño no demuestra un control sobre sus propias emociones, y muchas veces les resulta retante comunicarse de forma clara y precisa. Cabe destacar que estas observaciones en su mayoría surgen en comparación con otros niños, mayormente en escenarios como la escuela, donde se espera que el niño se desenvuelva eficazmente en el ámbito social y académico, así manteniendo los estándares de funcionalidad impuestos socialmente entre niños de la misma edad. Sin embargo, no se menciona acerca de posibilidades para analizar los patrones de conducta, los estímulos y la dieta del niño que igualmente podrían estar vinculados con los síntomas de inatención o hiperactividad. Estos argumentos recogen lo que el documental The medicated child intenta exponer como tesis central. Es decir, se puede entender que nuestra sociedad exige cierto grado de funcionalidad desde edades tempranas; de no cumplir con dichas exigencias, conlleva la psicopatologización y la medicación en casos más severos.   

¿Qué alternativas y acercamientos se pueden incorporar para tratar el TDAH? Primeramente, es fundamental reconocer que los diagnósticos, tal como el TDAH, conllevan estigmas y prejuicios. Más bien, cargan consigo etiquetas impuestas socialmente. Igualmente, ocurre cuando se acude a los medicamentos como tratamiento. Un ejemplo de esto es visto en el documental Take your pills cuando un sujeto expresa que el tomar medicamentos podría implicar ser juzgado como débil ante otras personas. Entonces, se puede decir que el tratamiento y el diagnóstico son igualmente acompañados por etiquetas sociales negativas, que no permiten ver más allá de un individuo enfermo o débil. “Entender que (TDAH) es una construcción social, provee un punto de partida no patológico para comenzar a ayudar niños y familias” (Timimi, 2017, p. 4).   

La emisora radial argentina Radio La Colifata, que propone una alternativa para resignificar el estigma de ser “loco” o “enfermo mental”, es un buen ejemplo de esto. Radio La Colifata se organiza para darle voz a personas catalogadas ante la sociedad como “locos” o “enfermos mentales”. “Esas personas estaban en interlocución con sus voces, con las voces que tenían adentro, que muchas veces les daban orden, les hacían sufrir… la estructura del radio inaugura esta posición de ese otro como destinatario de un posible decir” (Larrondo 2007, 1:00). Es de esta manera que se reconoce la locura, los diagnósticos y sus tratamientos como construcción social, cuyo significado es apto y digno de reinterpretar y alterar. 

Habiendo mencionado la necesidad de derrotar el estigma social en cuanto a los diagnósticos, también es necesario reflexionar sobre las limitaciones que tenemos como sociedad para generar un sentido de inclusividad a individuos con diversidad funcional. Es necesario fomentar condiciones donde esta población pueda reincorporarse a distintos espacios educativos y laborales con más seguridad, con miras de crecer y desarrollar su potencial aún más. Además, es indispensable explorar otras formas de lidiar con el TDAH. Entre ellas, propongo que más allá de solamente recibir un medicamento, el proceso de tratamiento debería estar acompañado de alguna intervención terapéutica, cuyo objetivo sea manejar la sintomatología del diagnóstico y reconocer en qué momentos o espacios de la vida diaria se manifiestan estas conductas con más frecuencia. Esto permitirá desarrollar otras estrategias para reducir las conductas relacionadas al TDAH. Además, la terapia no se limita a solamente considerar la sintomatología del diagnóstico, sino que permite indagar en los contextos, los intereses y las particularidades e ideologías del individuo, proveyendo un mapa más concreto de las estrategias o los cambios que podría implementar en su vida. El ejercicio, la nutrición, la meditación, los grupos de apoyo y la terapia cognitiva conductual son otras alternativas que pueden ser implementadas para fomentar cambios positivos en los aspectos conductuales y en las relaciones que sostienen individuos, tanto consigo mismo, como con los demás.

Conclusión 

Los medicamentos y los fármacos son altamente reproducidos con el fin de tratar la sintomatología. Por tal razón, debe haber una mayor apertura a otros tratamientos para el TDAH que consideren esencialmente efectos multifactoriales del sujeto (Méndez, 2011). De esta manera se consideran factores del entorno que también podrían afectar un individuo. Además, Timimi (2017) establece que, en cuanto al tratamiento de personas o niños con TDAH, el progreso depende mayormente de “factores comunes”, es decir de la vida cotidiana, en lugar de técnicas específicas. Por esta razón, este autor propone un enfoque a las relaciones de individuos como una alternativa de tratamiento, además de la dieta/nutrición, el ejercicio y la comunicación/entendimiento. A través de los artículos y materiales audiovisuales analizados se puede concluir que los medicamentos son una estrategia de control social que no está enfocada en atender la raíz del verdadero problema. En adición, la epidemia de medicamentos para tratar desórdenes como el TDAH reflejan estándares no realistas de productividad y funcionalidad en la sociedad. Los medicamentos implican ideas de “normalidad” o “cordura” muy restringidas, de manera que promueven la psicopatologización de comportamientos y experiencias del ser humano. Es por esto que se debe optar por reconocer el TDAH como una construcción social, en lugar de una enfermedad mental, como, por ejemplo, lo trabaja Radio La Colifata. De esta manera se lograría resignificar las implicaciones negativas que se le atribuyen al diagnóstico de TDAH. 

Referencias 

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Posted on May 30, 2024 .