​​La iconografía del espejo en la creación ​​​artística contemporánea (1970-2000)

The iconography of the mirror in contemporary ​​​artistic creation (1970-2000)  

  

Daniela Alvarado Rivera
Departamento de Historia del Arte
Facultad de Humanidades, UPR RP

 

Recibido: 01/03/2024; Revisado: 01/05/2024; Aceptado: 03/05/2024

Resumen 

Tradicionalmente relacionado con la alegoría de la vanidad, el espejo ha sido un elemento frecuente en la historia del arte occidental, asociado con la mitología clásica y la esfera de lo femenino. No obstante, en la historia plástica contemporánea, el espejo protagoniza importantes interpretaciones que replantean cuestiones de género, de identidad y de la mirada. Cuando mujeres artistas desafían la iconografía del espejo, abren paso a su reafirmación como creadoras de mundos donde representan sus visiones y experiencias, fuera del imaginario masculino. 

Palabras claves: iconografía, espejo, Venus, ventana, mujeres 

Abstract 

Traditionally related to the allegory of vanity, the mirror has been a frequent element in the history of Western art, associated with classical mythology and the sphere of the feminine. However, in contemporary art, the mirror stars in important interpretations, which rethink issues of gender, identity and the gaze. When female artists challenge the iconography of the mirror, they make way for their reaffirmation as creators of worlds where they represent their visions and experiences, outside the male imagination. 

Keywords: iconography, mirror, Venus, window, women

Introducción  

Los espejos han tenido diferentes interpretaciones y usos en la historia del arte y de la cultura, entre ellos, como símbolo de veracidad, objetividad y sinceridad (Serrano, 2005). A lo largo de la historia del arte, los artistas han utilizado el espejo para representar la vanidad, el tiempo, la autoexploración, entre otras temáticas. Las distintas variaciones del significado del espejo se relacionan con el tiempo en el que las obras se han producido. Por esta razón, en las representaciones creadas entre los siglos XVI y XVIII, el objeto del espejo era relacionado con la construcción de la feminidad, usando el personaje de Venus acompañada de un espejo como alegoría de la vanidad. Esto crea una visión de la contemplación como un acto femenino, de la que el hombre no era parte.  

No obstante, en las obras de mujeres artistas, el espejo es empleado para representar temas de identidad. En este sentido, en el arte contemporáneo, el espejo se usa para representar la complejidad del ser, atacando ideas de la identidad y las distintas miradas (Black, 2020). Por otro lado, la simbología del espejo está ligada a la época en la que fue producida y quién creó las obras, acentuando la importancia y relevancia de identificar el creador o creadora para llegar a un análisis sobre una pieza y cómo esto puede influenciar dicha lectura.  Las ideas de los años 70 sobre la mujer en la historia del arte influenciaron la percepción y la creación de las obras de arte. Las obras producidas desde los 1970 hasta el 2020 por artistas contemporáneas desafían el estereotipo del espejo asociado con la feminidad e imagen de la vanidad o autoexploración como algo negativo.  

Las metodologías aplicadas en este estudio son la iconografía y la iconología, así como la teoría feminista del arte. Los análisis visuales por medio de la iconografía establecerán cuáles son los repertorios visuales que se repiten en las obras.  Igualmente, plantearán la relación entre los símbolos que se representan en las composiciones y sus significados. Por tanto, en el estudio, la iconología ayudará a identificar si existe alguna evolución de los símbolos y su contexto en la cultura. Por último, la teoría feminista del arte se aplica debido a que la investigación se centra en la obra de mujeres artistas y el desafío de la mirada masculina en la historia del arte, cuestionando esa perspectiva para darle paso a un análisis de género y la evolución de símbolos a lo largo de la historia. 

La tradición del espejo 

La fascinación de una duplicación ilusoria de la realidad a través de superficies reflejantes siempre ha fomentado una curiosidad por el espejo a través de la historia del ser humano (Román, 2011). Los significados de este objeto incluyen temáticas tanto morales como cognitivas, por lo tanto, se le adjudica definiciones negativas y positivas, lo que crea una contradicción dentro de un mismo objeto. Las dos etimologías con las cuales el objeto está relacionado son speculum y mirare, ambas palabras derivadas del latín. La primera alude al lado cognitivo, que se traduce por “especular” en la imagen de la realidad; la segunda, implica “mirarse” o “mirar”, aludiendo al lado de la contemplación del ser (Battistini, 2005). 

No es hasta varios siglos más tarde que al espejo se le brinda una connotación “negativa” o un punto de vista que apela a la mirada masculina y las aplicaciones de la feminidad (Román, 2011). Según Battistini, los nombres atribuidos a este objeto es lo que crea su carácter de dualidad donde dos definiciones pueden coexistir (138). Por ende, en el Renacimiento se convierte en una imagen alegórica sobre la vanidad y se relaciona con conocerse a sí mismo. 

En la obra Venus del espejo (1555) de Tiziano (ver Figura 1), el artista deja claro estos códigos que llevan al estereotipo de la mujer frente al espejo, como ese peligro a la obsesión de su apariencia, la cual es propagada por su belleza y sexualidad. El espectador interrumpe la diosa al encontrarse en una escena privada, por lo que la hace una imagen erótica. No obstante, ella no parece estar asustada, sino que acepta su rol de ser mirada. Este tipo de representación corresponde al ideal de que el espectador, comúnmente masculino, crea una imagen de una figura femenina que corresponda a esa mirada masculina (Berger, 2008). La Venus con el espejo de Tiziano puede ser vista como el antecedente de las próximas representaciones de las Venus del espejo a través de la historia.

Figura 1: Tiziano, La Venus del espejo, 1555 

Fuente: National Gallery, Washington, D.C.  

Entonces, el espejo originalmente no era considerado un objeto asociado con la mujer contemplativa, consciente de su belleza, el erotismo, la vanidad o la desnudez, sino que funcionaba como un objeto que facilitaba la autoexploración. Aunque es considerado como herramienta para la reflexión, los artistas favorecen unas representaciones más que a otras. En consecuencia, la lujuria y el orgullo se convierten en los símbolos claves del espejo donde admirarse o embellecerse era considerado como ejemplos de debilidad y decadencia (Battistini, 2005). Como resultado, los espejos han sido vistos de manera superficial, opacando un poco su función para profundizar temáticas del alma.  

El espejo en el arte contemporáneo 

En el arte contemporáneo, se contradicen estas versiones tradicionales del espejo como alegoría de la vanidad. De esta manera abre paso a nuevas interpretaciones utilizando el espejo como objeto mismo en las composiciones para adentrar al espectador en la experiencia de la contemplación (Demere, 2014). El espejo cobra popularidad por varias razones, pero la principal es servir como una herramienta para tratar temáticas que tengan que ver con el ser y la trascendencia de este. La asociación como mimesis pasa a un segundo plano; por lo que, según Black (2020), el espejo se transforma en un objeto que representa la autorreflexión, en el cual trabajan ideas de la identidad y género. Entonces, dentro de los ideales y la teoría feminista que influencian a las artistas en la época de los setenta, comienzan a reclamar o rescatar la identidad femenina. Sobre esta idea, Patricia Mayayo, en Historias de mujeres, historias del arte, explica lo siguiente:

[…] mientras que estos se proponen convertir el cuerpo de la mujer en objeto de consumo erótico, alentando el placer escópico del espectador (masculino), aquella aspira a reflejar con autenticidad la sexualidad femenina, otorgando a las mujeres la posibilidad de construir una representación de su propio cuerpo que no se vea filtrada por la mirada masculina. (2003, p. 108) 

Por esta razón, las artistas dejan a un lado la identidad construida por la mirada masculina para crear repertorios visuales que vayan acorde con la representación femenina desde sus experiencias. 

Una temática importante dentro de esta reinterpretación del objeto es la conciencia artística y la reafirmación creadora de estas artistas. Linda ​​​     ​Nochlin, en Why have there been no great women artists? (1971), expone que la sociedad ha establecido dos tipos de grandeza entre el hombre y la mujer, donde a propósito trata de catalogar el arte hecho por mujeres como un estilo “femenino”. Por ende, la sociedad no las consideraba dignas de grandeza entre los “genios del arte”. Las mujeres artistas siempre han existido, solo que a lo largo de la historia del arte han sido invisibilizadas. Las obras de las artistas reafirman que no son solo modelos, sino son creadoras de su imagen, para abrir paso a un nuevo lenguaje dentro de las representaciones, en este caso de la mujer y el espejo.  

La artista Myrna Báez crea en respuesta a la Venus del espejo de Velázquez, la Venus roja (1979) (ver Figura 2). En la obra de la artista, la diosa es una silueta de color rojo y está en el primer plano de la composición. En el segundo plano, observamos a los putti aguantando un espejo rectangular de manera vertical. En la obra de Velázquez el espejo no tiene la misma longitud, pero la artista hace este cambio para que el espectador vea a Velázquez y sepa quién ha creado a esta Venus. Además de un guiño a la historia del arte, como lo asegura Fernández (2001), esto puede servir para interpretar una crítica hacia las representaciones de la época al crear un cuerpo sexualizado, prohibido. El cuerpo y rostro del sujeto permanece anónimo, mientras que lo único que se identifica es a Velázquez devolviéndole la mirada a la modelo y al espectador.  

Figura 2: Myrna Báez, Venus Roja, 1979 

Fuente: Museo de Arte Costarricense (MAC)  

En la misma línea de crear nuevas narrativas dentro de la iconografía y el estereotipo de la feminidad, Carrie Mae Weems en su obra, Not Manet’s Type (1997) (ver Figura 3), trae la problemática del canon de belleza occidental y su rol dentro de esta como una mujer y artista negra. Weems usa su cuerpo como protagonista y posa para esta serie de fotografías donde cuestiona si la tradición occidental aceptaría a cuerpos como el de ella. Por esta razón, se pregunta si los “grandes maestros o genios del arte” la considerarían como una musa o modelo. 

En la fotografía, la artista se encuentra en su habitación, pero esta escena no está capturada directamente, sino que la vemos a través del espejo de manera indirecta. La figura femenina desnuda y la escena son enmarcadas por el espejo circular que está encima de un tocador donde se ve ella al frente de su cama y la foto es acompañada con la siguiente descripción: “Era claro, yo no era el tipo de Manet, Picasso–que tenía su manera con las mujeres– solo me usó y Duchamp nunca me consideró”.

Figura 3: Carrie Mae Weems, Not Manet’s Type, 1997 

Fuente: San Francisco Museum of Modern Art (SFMOMA)  

Al Weems estar desnuda frente a su cama dialoga sobre su lugar dentro de las Venus donde el erotismo reside comúnmente en el dormitorio, en la cama. Por esta razón, la artista no se recuesta en la cama lo que apunta a la crítica de la imposición del canon de belleza alrededor de la Venus como una mujer blanca. Además de ser una crítica a la narrativa historiográfica del arte, se aplica la mirada del mirón que invade una escena privada donde una mujer contempla, dándonos la espalda.  

Del espejo a la ventana 

Las ventanas han sido usadas en el arte para complementar las composiciones y establecer una relación entre los espacios interiores y exteriores. Calabi et al. (2022) exponen que lo que se ve en el espejo o una ventana se sujeta al punto de vista en el que el observador percibe la imagen. Las pinturas o fotografías, en cambio, son estáticas y no ofrecen los distintos puntos de vista que los espejos o las ventanas pueden alcanzar. En este caso, la afirmación de las artistas y su conciencia creadora es reforzada cuando ellas usan sus obras para adentrar al espectador a sus mundos creativos. Por ende, Goscilo (2010) explica cómo el espejo en las obras puede manifestarse, no como un objeto reflector, sino como objeto que nos lleva a otros lugares. El uso del espejo como ventana es una práctica que aplican varios artistas para mostrar un portal hacia nuevos mundos creados dentro de las composiciones. Sobre esto, Dávila (2015) explica que “el espejo no tan solo refleja formas externas y superficiales, sino que se puede convertir en traslúcido como objeto de reflexión”. 

En las obras de Báez, el uso de marcos que aluden a espejos como ventanas es una práctica constante. De esta manera, crea una imagen dinámica dentro de una estática donde hace referencia al exterior a través de lo que sería el reflejo de una figura. María Eugenia en el paisaje (1981) se trata de una obra donde una mujer está sentada frente a un espejo, pero su apariencia no es lo que se refleja en este (ver Figura 4). Con el empleo de aguadas, la artista superpone manchas que adentran a la audiencia a paisajes que están dentro del espejo. La mujer se muestra en un estado contemplativo, pero la artista muestra un exterior dentro de un espacio que parece ser cerrado. El espejo funciona como ventana que nos muestra un paisaje, a lo que puede referirse a una añoranza de salir de su espacio. 

Figura 4: Myrna Báez, María Eugenia en el Paisaje, 1981 

Fuente: Colección Dr. Francisco Olazábal y Sra. Olga Olazábal

Otro ejemplo de cómo el espejo se utiliza como ventana es El tocador (1985) (ver Figura 5). En la composición, una mujer está sentada frente a su tocador delante un espejo. Dentro de él se observa un contorno de una figura esquemática casi translúcida que se pierde en el paisaje que se proyecta y se desborda a las paredes del interior de la habitación. El color rojo de la figura se enfatiza por los tonos fríos que la artista emplea en el paisaje montañoso que representa. Báez crea espacios interiores y exteriores donde estas composiciones se superponen para crear un escenario nuevo donde ambos conviven en una misma imagen que solo puede ocurrir en la pintura. Por esta razón, la artista usa su creatividad para adentrar al espectador a mundos imaginarios llenos de nostalgia. 

Figura 5: Myrna Báez, El tocador, 1985 

​​​​​Fuente: Ubicación desconocida 

El reconocimiento de la creación artística de las mujeres demuestra cómo toman control de sus imágenes para así proponer una nueva manera de mirar y representar al cuerpo femenino. De esta manera, a través de sus composiciones visibilizan la problemática de los cánones de belleza occidental y adentran a su audiencia a mundos imaginarios. El tratamiento del espejo como ventana deja entender el interés en experimentar con espacios, normalmente domésticos, situando al sujeto en una situación donde el interior y exterior conviven en esa realidad.   

Conclusión 

El espejo en la contemporaneidad desafía la naturaleza tradicional del objeto como uno alegórico para tratar temáticas de la identidad. A través de las obras, se observa una intención de criticar y romper con la tradicionalidad de la Venus del espejo, para así enfocarse en crear y transformar la noción de una identidad limitada femenina y otros géneros. Un ejemplo de este interés hacia una nueva identidad femenina está presente en obras como las de Carrie Mae Weems, en las que no solo explora el lugar de la mujer en el arte, sino que también el de las figuras femeninas negras dentro de estos contextos de belleza.  

Al reconocer estas representaciones de la feminidad impuestas por el hombre puede abrir paso a nuevos repertorios visuales. Sloey (2021) argumenta que el espejo no residirá simplemente su “capacidad para reflejar, no se trata sólo de la apariencia, sino que adquiere un significado simbólico de la búsqueda de la comprensión” (28). Finalmente, las artistas mujeres tratan el espejo como una herramienta para explorar su identidad y restablecerla desde su visión y sus experiencias.

Referencias 

Battistini, M., & Sartarelli, S. (2005). Symbols and allegories in art. Choice Reviews Online, 43(01), 43-85. https://doi.org/10.5860/choice.43-0085  

Berger, J. (2008). Ways of seeing. Penguin Classic. 

Black, H. (2020, 14 abril). Reflecting the self: Mirrors in contemporary art. ELEPHANT. https://elephant.art/reflecting-the-self-mirrors-in-contemporary-art  

Calabi, C., Huemer, W., & Santambrogio, M. (2022). Mirrors, windows, and paintings. Estetika: The European Journal of Aesthetics, 59(1), 22–32. https://doi.org/10.33134/eeja.200 

Dávila Del Valle, O. (2015, 6 de febrero). Las especulaciones de Myrna Báez o la pesadilla de Platón. 80grados. www.80grados.net/las-especulaciones-de-myrna-baez-o-la-pesadilla-de-platon-2 

Demere, C. (2014). The viewing self: A reflection on mirrors as medium from the 1960s to the present. Bard Digital Commons, digitalcommons.bard.edu/senproj_s2014/28 

​​​​​Fernández Zavala, M., & Sullivan, E. J. (2001).  Myrna Báez: una artista ante su espejo. Universidad del Sagrado Corazón. 

Goscilo, H. (2010). The mirror in art: Vanitas, veritas, and vision. Studies in 20th & 21st Century Literature, 34(2), 282-319. https://doi.org/10.4148/2334-4415.1733 

​​Mayayo, P. (2003). Historias de mujeres, historias del arte. Catedra Ediciones.​ 

Nochlin, L. (2021). Why have there been no great women artists? Thames & Hudson. (Publicado originalmente en 1971) 

Román Echeverri, C. (2011). Espejos: transparencia, reflejo, contradicción e interacción. Cuadernos de Música, Artes Visuales y Artes Escénicas, 6(1), 65-80. https://www.redalyc.org/pdf/2970/297023464005.pdf 

Serrano Simarro, A., & Pascual Chenel, Á. (2003). Diccionario de Símbolos. Libsa.  

Sloey, K. (2021). The iconography of mirrors: the visibility and invisibility of femininity [Tesis de bachillerato, The School of Art Institute of Chicago]. SAIC Digital Collections. https://digitalcollections.saic.edu/islandora/object/islandora%3A124964 


Posted on May 30, 2024 .