Lizbeth García Conde
Departamento de Ciencias Políticas
Facultad de Ciencias Sociales, UPR RP
Resumen:
El objetivo de esta investigación es explorar el argumento de que la inversión china en América Latina es una amenaza a las industrias nacionales y que los préstamos dados por China a proyectos latinoamericanos pueden colocarlos en una posición vulnerable ante el gigante asiático. Este argumento se da bajo la premisa de que estas inversiones no son sostenibles porque se basan en la explotación de los recursos naturales, creando nuevos problemas sociales y ambientales. Este trabajo explorará los argumentos antes mencionados examinando algunos aspectos de la política exterior china hacia la región, describiendo la interacción de ambos y explicando las relaciones económicas que se da en la misma a través de un estudio de casos para ver el impacto de la inversión china en los distintos países latinoamericanos.
Palabras claves: China, América Latina, inversiones, industrias extractivas
Abstract:
The objective of this research is to explore the argument that Chinese investment in Latin America is a threat to national industries and that the loans given by China to Latin American projects may put them in a vulnerable position before the Asian giant. This argument is based on the premise that these investments are not sustainable because they are based on the exploitation of natural resources by creating new social and environmental problems. This paper will explore the arguments mentioned above by examining some aspects of Chinese foreign policy toward the region, describing the interaction of both and explaining the economic relations in the same through a case study to see the impact of Chinese investment in the different Latin American countries.
Keywords: China, Latin America, investments, extractive industries
Planteamiento del problema
El crecimiento económico mantenido por China durante poco más de dos décadas, descansa en varias estrategias de desarrollo. Una de estas identifica y persigue salir de sus fronteras en la búsqueda de recursos naturales y energéticos en otros países con los que establece una política diplomática que le asegure una ventaja. Esto explica la tendencia dramática incremental que tienen sus inversiones en el exterior, sin necesariamente intervenir en los asuntos políticos internos de sus proveedores. Al mismo tiempo, ha tenido que buscar nuevos mercados para sus exportaciones. Esta indagación de recursos la han llevado a enfocarse en la región de América Latina. Mientras, en América Latina, los países interesados en las ventajas de la inversión del gigante asiático, han acomodado los intereses y demanda de China mediante el desarrollo de una estrategia o políticas extractivas. Este ensayo examina cómo la inversión china en múltiples proyectos extractivos no es siempre sostenible debido en parte, a que el precio de las materias primas es volátil en el mercado mundial. A su vez, este tipo de inversión está asociada a megaproyectos que advierten un impacto social negativo porque afecta la calidad de vida en varias comunidades cercanas. El ensayo también examina, el incremento de las exportaciones de productos manufacturados chinos y el impacto que éstos tienen en la manufactura y mercados locales, creando lo que se visualiza como un desequilibrio comercial en la región. Finalmente, la descripción general del estudio bibliográfico supone el examen de las relaciones económicas para cada caso, argumentando que los sectores manufactureros latinoamericanos pueden ser amenazados por las importaciones chinas, así como por los acuerdos de financiamiento prestatarios favorables al país asiático, lo que resultaría en una potencial pérdida de soberanía local y regional en América Latina ante los intereses chinos.
Diseño de investigación
El estudio plateado es uno de naturaleza exploratoria. El diseño de investigación favorece un enfoque bibliográfico al estudio de casos y al análisis de contenido. Debido al carácter exploratorio del estudio, se favoreció el modelo de descripción de casos al tipo de estudio tradicional de casos. Este enfoque utiliza la identificación y búsqueda bibliográfica de datos comparativos estadísticos enfatizando el factor de inversión. El componente cualitativo busca explorar a profundidad el impacto político, social y ambiental de las inversiones chinas en diversos proyectos económicos y de financiamiento de infraestructura en la región latinoamericana, así como sus posibles implicaciones siguiendo tres principios teóricos como marco conceptual interpretativo para el proyecto. El alcance y énfasis de este ejercicio de investigación es uno exploratorio y descriptivo. Se pretende aquí, detallar los procesos por los cuales ha evolucionado la relación chino-latinoamericana mediante el estudio de eventos concretos para identificar factores relevantes como el patrón de inversiones y el alza de China como principal socio comercial. La investigación trabaja con fuentes económicas documentales y otras fuentes secundarias asociadas con varios estudios. La unidad de análisis es una categoría geográfica (eje. China, América Latina). Se incluye en la revisión bibliográfica y la descripción de cada caso, eventos e intercambios entre las partes. Se estudiarán conceptos, tratados comerciales, datos numéricos y momentos particulares en la relación de China y América Latina.
Marco teórico
Al revisar de forma crítica la literatura sobre la relación existente entra China y América Latina, este trabajo se formula como hipótesis descriptiva que la inversión china en América Latina es una amenaza a la economía latinoamericana por su impacto político, social y ambiental. Por otro lado, surge la hipótesis de que la relación con América Latina es uno de los primeros pasos para que China se vaya convirtiendo en una superpotencia. A continuación, se explicarán tres teorías para poder analizar la relación chino-latinoamericana.
Teoría de transición de poder (paz hegemónica) (Kugler & Organski, 1989)
Esta teoría argumenta que la paz se da por la estabilidad que produce un hegemón. El hegemón es un país que tiene poder dominante tanto tecnológico, económico y militar. Según la teoría, el hegemón crece hasta que llega un momento de estancamiento donde una súper potencia (great power) puede alcanzarlo y crear conflicto si ese poder que va en ascenso no está satisfecho con el sistema que haya creado ese hegemón. La teoría se fundamenta en que el principio de ordenamiento es jerárquico, que el objetivo del estado es la seguridad y ganancia, y que el enemigo es la súper potencia que se esté acercando y no esté satisfecha.
Relacionando la teoría con la investigación se puede interpretar que actualmente el hegemón es los Estados Unidos y que la súper potencia (great power) es China quien ha declarado que quiere “subir” de forma pacífica. Se puede observar la relación de China hacia América Latina como una forma de adquirir poder económico, tecnológico y cultural.
Teoría de la dependencia (Dos Santos, 1970)
Esta teoría señala que los países ricos explotan a los países pobres y que hay una relación desigual en términos de comercio. En otras palabras, el país pobre vende sus recursos o productos primarios a base de precios del mercado (usualmente más baratos) a los países desarrollados. Los países subdesarrollados les compran a los países desarrollados productos terminados (más caros) haciendo que deban explotar más sus recursos para poder pagarle al desarrollado y esto hace que no se desarrollen ellos. Describe que la economía latinoamericana está condicionada a la economía de los países desarrollados y a los precios del mercado.
Relacionando la teoría con la investigación se puede observar cómo América Latina cada vez es más dependiente de la inversión china. Si China deja de crecer, América Latina se afecta porque ha desarrollado su sistema extractivo y de explotación laboral a base de que China le compre.
Maldición de los recursos (Stevens, 2003)
Esta teoría no es la misma que la teoría anterior, pero sí señala que la dependencia de recursos primarios lleva al subdesarrollo porque el gobierno invierte más dinero en exportar el producto primario y el producto humano se va hacia esa área porque obtiene dinero rápido, pero, a largo plazo, desindustrializa al país y no es sostenible.
Revisión de literatura
A lo largo de la primera década del presente siglo, China se ha convertido en el primer prestamista de la Reserva Federal estadounidense y posee también la mayor cantidad de reservas en dólares, sobrepasando las reservas del propio Estados Unidos. Es también el principal productor mundial de bienes manufacturados duraderos como no duraderos. Sus exportaciones alcanzan ya un 30% del comercio mundial; es el quinto emisor global de inversión extranjera directa y exhibe la tasa más alta de crecimiento económico. China se ubica como el primer productor y consumidor global de energía eléctrica, el segundo consumidor de petróleo y otras fuentes energéticas y de hidrocarburos, y es además el primer consumidor de todo tipo de granos y cereales. Las empresas y conglomerados chinos constituyen grandes empresas transnacionales, la mayoría de las cuales cuentan con una participación propietaria estatal dominante, aunque también participan de la venta de bienes, bonos y acciones en los mercados internacionales. (Jenkins & de Freitas Barbosa, 2012; Cesarín, 2013; Chen & Chen, 2013; Moreira Cunha, Da Silvia Bichara, & Caputi Lelis, 2013; Slipak, 2014; Bonilla & Milet, 2015; Perrotti, 2015)
La factorización de todos estos rasgos de la economía política china orienta la necesidad del país a invertir en productos primarios para poder sostener su desarrollo y crecimiento económico. (Flores Macías & Kreps, 2013) Dentro de esta necesidad es que se comienzan a profundizar las relaciones comerciales y diplomáticas con casi todos los países en América Latina. (Armony & Strauss, 2012) La experiencia de crecimiento china a su vez, se fundamenta en la idea de un “ascenso pacífico” y desarrollando una política exterior de “salir” que tiene como meta el beneficio mutuo de una ecuación binaria basada en “dando y recibiendo” que descansa en principios del respeto mutuo, la soberanía absoluta de los estados y la no intrusión en los asuntos internos. (Armony & Strauss, 2012; Sanz, 2013) Algunos investigadores latinoamericanos han descrito esta nueva estrategia de política exterior china con respeto a los estados latinoamericanos como el Consenso de Beijín. (Sanz, 2013) De forma general, estos investigadores atribuyen las siguientes características al concepto de consenso: heterodoxia en los planteamientos económicos (basándose en un compromiso constante con la innovación y experimentación), la no fijación del crecimiento del producto interno bruto (PIB) per cápita como última meta del modelo de desarrollo mientras se prefiere tratar de promover un modelo de desarrollo sostenible e igualitario y autodeterminación e independencia a la hora de fijar sus propias políticas económicas, en especial la soberanía financiera, evitando así las injerencias del mundo desarrollado dentro de su esfera de determinación política. (Sanz, 2013; Svampa, 2013; Nacht, 2013)
La década de los años setenta constituye un periodo mediado por una nueva fase en la política exterior china caracterizada por la apertura comercial instituida por el entonces, Presidente Deng Xiaoping. Durante este periodo comienzan también a manifestarse intereses orientados hacia América Latina. (Ayllón Pino & Emmerich, 2015) No obstante, la acelerada expansión de estos intereses se evidencia para el 2001 cuando el Presidente Jian Zemin visitó Chile, Argentina, Brasil, Cuba, Uruguay y Venezuela y un año después a México. (Ayllón Pino & Emmerich, 2015) Estas relaciones comerciales fueron cimentadas con una serie de acuerdos en el 2004, cuando el entonces Presidente Hu Jintao, de gira por Brasil, Argentina y Chile, firmó un memorándum de entendimiento con cada uno de estos países, en el cual las naciones sudamericanas le reconocían el estatus de economía de mercado. (Dosch & Goodman, 2012; Slipak, 2014) Para ese entonces, China buscaba garantizar su ingreso a la Organización Mundial para el Comercio y minimizar las objeciones de los Estados Unidos. Más tarde, en el 2008, el Presidente Hu Jintao fue de gira por Costa Rica, Cuba y Perú, acompañado por una numerosa comitiva de oficiales y empresarios, viaje en el cual logró y firmó importantes acuerdos con estos países. Recientemente, en el 2014, el Presidente Xi Jinping describió la relación entre su país y la región como una “comunidad con un destino compartido” y anunció un mecanismo de préstamo para financiar proyectos de infraestructura y desarrollo de interés tanto para China como para los países beneficiarios de América Latina. Esta iniciativa a largo plazo, presupone un valor aproximado de $35 billones de dólares. (Elson, 2014) No obstante, en el mes de enero de 2015 todos los miembros de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) fueron invitados a una reunión de dos días en Beijing. En ella, el Presidente Xi Jinping informó sobre los planes de China a 10 años para elevar su inversión a $250 billones de dólares con una proyección para desarrollar el comercio en la región cercano a los $500 billones de dólares.[1] Así, la relación contemporánea entre América Latina y China se puede resumir como un vínculo económico y político basado en la estrategia internacional de ganar-ganar, (win-win) el principio político de un ascenso chino pacífico, el respecto a la diversidad entre las partes, la cooperación y coordinación que desarrolla multilateralismo y el principio base de coexistencia pacífica con aspiraciones a evolucionar de lo comercial a algo más profundo. (van Klaveren, 2012; Bonilla & Milet, 2015)
Para el año 2013, China superó a los Estados Unidos como el destino más importante para las exportaciones de América del Sur, pues las exportaciones latinoamericanas experimentaron un crecimiento acumulado de $112 mil millones dólares. (Moreira Cunha, Da Silvia Bichara, & Caputi Lelis, 2013; Ray & Gallagher, 2015; Girón, 2016) Por otro lado, varias instituciones financieras con capital chino se han convertido en los principales acreedores públicos para las anualidades financieras de varios de los gobiernos de América Latina. Este tipo financiamiento refleja un aumento de $3.8 billones en el 2012 a $22.1 billones para el 2014 siendo la mayoría orientadas a grandes proyectos de infraestructura vial y transportación, así como a proyectos de tipo extractivitas. (Bittencourt, 2011; Ray & Gallagher, 2015) Los principales recipientes de este tipo de financiamiento para este periodo fueron Argentina, Brasil y Venezuela. (Fung, García Herrero, & Seade, 2015; Ray & Gallagher, 2015) Otros proyectos que han atraído la inversión de intereses chinos son los estudios de viabilidad para la construcción de una canal en Nicaragua (con la promesa a largo plazo de una inyección de $40 billones de dólares), la expansión del Canal de Panamá que contempló una inyección de $3.8 billones de dólares y una presencia china en dólares de cerca de un 69% en los sectores petrolero, minero y de gas natural. (Kuwayama & Rosales, 2012; Ray & Gallagher, 2015)
Algunas voces advierten que estas inversiones, particularmente en los sectores extractivitas, pueden en un futuro tornarse problemáticas en el ámbito social y ambiental. Por ejemplo, la inversión en el sector petrolero y de gas natural en yacimientos en Ecuador y en Perú, respectivamente, están localizados en importantes áreas designadas como reservas por su enorme valor de la biodiversidad en estas zonas, además de designaciones como zonas territoriales de comunidades étnicas indígenas. (Armony & Strauss, 2012) Por otro lado, la construcción con la ayuda del financiamiento chino de un sistema ferroviario transcontinental presupone una limpieza forestal en la servidumbre de paso del sistema, además de una alarmante cercanía a territorios designados a etnias indígenas, situación que puede trastocar los acuerdos nacionales con estas comunidades. Cabe añadir que el crecimiento económico de varias de las economías, como el Perú, ha venido acompañada de un incremento en el uso de fuentes no renovables de energía, como el carbón, responsable de la emisión de un 12% de gases con un alto contenido tóxico de metales disueltos. Estas actividades también han resultado en un triple aumento en el consumo acuífero, provocando en no pocas veces, la carencia del recurso para las poblaciones cercanas a los proyectos. (Ray & Gallagher, 2015) Esta relación no solo afecta lo ambiental y político, sino que esta demanda de materias primas puede acentuar la desindustrialización de América Latina teniendo consecuencias económicas pues depende de los precios del mercado y del crecimiento chino. En otras palabras, si caen los precios y China deja de crecer, las economías de América Latina se podrían ver negativamente afectadas. Por ejemplo, para el año 2014, América Latina exportó a China $112 billones de dólares en bienes (2.0% del PIB regional), mientras que las importaciones de bienes manufacturados chinos se mantuvieron en $142 billones de dólares (2.5% del PIB de América Latina) resultando en un déficit comercial de bienes de 0.5% en el PIB regional. (Ray & Gallagher, 2015)
A modo de comparación, en el 1980, América Latina representaba el 11% del PIB mundial, mientras que la región asiática comprendida por China, la India y el sureste asiático (excluyendo Japón) representaba el 9%.[2] Luego de tres décadas, América Latina como región bajó al 8.5%, mientras que la región asiática subió hasta el 28%. China, Japón, Corea del Sur e Indonesia ocupan hoy lugares puntales entre las primeras 15 economías más grandes del mundo, mientras que solamente Brasil y México aparecen en ese renglón. (Moreira Cunha, Da Silvia Bichara, & Caputi Lelis, 2013) Cabe añadir que, durante este período, estos países asiáticos experimentaron un crecimiento promedio del PIB del 7% anual, mientras que el conjunto de los países latinoamericanos evidenció tasas mucho más bajas, entre el 2% y el 3%. (Moreira Cunha, Da Silvia Bichara, & Caputi Lelis, 2013) Teniendo en cuenta el valor añadido del sector manufacturero, la región asiática encabezada por China, pasó del 4.4% al 27.6% de participación mientras que América Latina pasó del 6.7% al 5.5% de participación en la riqueza mundialmente producida. (Moreira Cunha, Da Silvia Bichara, & Caputi Lelis, 2013)
Estudiosos reseñados en este ensayo sobre las relaciones económicas chinas en América Latina, argumentan que la penetración por parte de China en los mercados regionales constituye una amenaza real a diversos sectores de la manufactura latinoamericana, particularmente, en el sector de producción de bienes no duraderos, debido a la competencia de precios que representan los productos asiáticos. Las exportaciones de América Latina a China han estado concentradas mayormente en bienes primarios y materias primas, a las que recientemente se añaden el sector agropecuario. En el 2013, China compró un 15% de la agricultura y productos extractivitas, pero solo el 2% de las exportaciones manufacturadas de la región. Por su parte, para el mismo año, América Latina enfrentó una amenaza en la manufactura de aproximadamente un 75%. (Ray & Gallagher, 2015) Como resultado, las exportaciones de América Latina a China no necesariamente se traducen en la creación de nuevos puestos de trabajos. Pero las actividades extractivas sí presentan un mayor impacto ambiental. Resulta importante señalar que el ascenso de China como potencia mundial ha afectado a las economías de América Latina, con especial atención al período posterior al 2008. Se ha mostrado que, a pesar de las intenciones de un cambio en su modelo de crecimiento, las autoridades chinas respondieron a la crisis financiera de 2008 con un estímulo fiscal y monetario masivo que refuerza, al menos a corto y medio plazo, el patrón de crecimiento basado en la inversión y en las exportaciones. Como consecuencia de ello, se ampliaron las presiones chinas para acceder a los mercados internos de los países emergentes más dinámicos. (Moreira Cunha, Da Silvia Bichara, & Caputi Lelis, 2013) En este contexto, los países latinoamericanos representan no sólo una fuente de recursos naturales para China, sino también un mercado cada vez más importante para sus productos manufacturados, así como en el intercambio de tecnología.
Descripción de casos
El primer caso a estudiar es Argentina. Durante la administración de la Presidente Cristina Fernández de Kirchner se ampliaron relaciones económicas y diplomáticas con China, relaciones que ya se habían encaminado durante la regencia de Néstor Kirchner como presidente. La presente administración del Presidente Mauricio Macri ha mantenido los estrechos lazos comerciales y diplomáticos entre los dos países. China representa una importante fuente de inversión extranjera directa en la economía argentina, sobretodo en el sector de hidrocarburos, soja y el sector inmobiliario. (Bernal Meza, 2014). También es una fuente de financiamiento prestatario. En el 2014, Argentina tomó un préstamo de $4.7 billones de dólares para sufragar parte de los costos de construcción de la nueva represa hidroeléctrica Chihuido I. La inversión contó también con capital argentino, español y ruso. El financiamiento chino se originó con una participación combinada del Banco de China, el Banco de Desarrollo de China y el Banco Industrial y Comercial de China, al que se añadió otro préstamo por valor de $2.3 billones dólares para construir nuevas rutas ferroviarias públicas y la adquisición de nuevos vagones. (Ray & Gallagher, 2015) La presencia comercial manufacturera china se ha dejado sentir en el sector de manufactura automotriz que incluye automóviles, vehículos pesados y de carga y autobuses. También incluye el sector de manufactura de acero, aleación de metales, caucho y piezas de motor. Es precisamente este último sector el que ha experimentado el mayor impacto, viendo reducida su participación en el valor de las exportaciones. Para el año 2008 este sector comprendía un 23% del valor de las exportaciones. Para el año 2013 éstas constituían un 12% del valor del producto interno bruto.
El segundo caso de estudio lo constituye la experiencia de Brasil, país que, por su estatus geopolítico como potencia emergente, mantiene una relación diferente en comparación con Argentina. Según la perspectiva brasileña, el país mantiene un vínculo político muy lineal con China y este se justifica porque la potencia asiática es un interlocutor imprescindible para Brasil, especialmente por ser miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU. También ambos países coinciden respecto a preocupaciones y diagnósticos sobre la realidad mundial; poseen economías complementarias; han desarrollado una amplia agenda de cooperación; comparten una vocación industrial y los unen objetivos comunes respecto del orden económico mundial. (Bernal Meza, 2014; Gachúz Maya & López Vega, 2015) Empero, en el 2014, Brasil tomó un préstamo por valor de $7.5 billones dólares en representación de la empresa minera Vale de Brasil (entidad mixta, público parcial). Cinco billones de dólares del préstamo fueron provistos por el Banco de China para la compra de equipo y tecnología minera y $2.5 billones de dólares provinieron del Banco de China Export-Import utilizados financiar la compra de servicios en el sector minero. (Ray & Gallagher, 2015)
Es importante mencionar que la mayoría de los países en América del Sur mantienen unas estructuras productivas y comerciales muy especializadas en la extracción, manufactura y exportación de materias primas. Argentina, Chile, Colombia, Perú y Venezuela, por ejemplo, evidencian entre el 60% y el 95% de sus exportaciones concentradas en este sector. Brasil y México, que tienen los sectores manufactureros más grandes de la región, experimentaron un cambio estructural en su comercio exterior a partir de 1970, aumentando la cuota de productos manufacturados en las exportaciones totales. En profundidad, desde 2002 la proporción de exportaciones primarias ha aumentado, sobre todo en Brasil. (Moreira Cunha, Da Silvia Bichara, & Caputi Lelis, 2013) Como un dato ilustrativo sobre la importancia económica de China, para el 2005 Brasil exportó 60 millones de toneladas de mineral de hierro a ese país. Más tarde, para el año 2013, el monto de esa exportación alcanzó la cifra de 170 millones de toneladas. (Fung, García Herrero, & Seade, 2015) Algunos analistas aquí mencionados sugieren que este aumento necesariamente resulta en un mayor impacto ecológico ambiental en las zonas de extracción, además que demuestra cierto grado de dependencia brasilera con respecto al poder adquisitivo de China.
El tercer caso de estudio lo ilustra Chile, país que mantiene una relación económica y diplomática con China descrita como optimista. Chile es el país latinoamericano que cuenta con el mayor número de organizaciones, instituciones, acuerdos de cooperación e intercambios, a diferentes niveles sociales, económicos y políticos con China. (Bernal Meza, 2014). La inversión china en el sector de la construcción chilena es muy importante, pero igualmente importante es, el interés chino por las tecnologías de diseño de construcción y la mundialmente reconocida pericia chilena con la ingeniería de seguridad ante terremotos. En el comercio, Chile le exporta a China una gran cantidad de productos primarios como el cobre y sus derivados, así como hierro y sus derivados, azufre, cobalto y manganeso. Chile también exporta madera, frutas, y más recientemente, vinos. (Slipak, 2014) A pesar de estos intercambios, se ha hecho una reflexión crítica respecto de la relación comercial que Chile mantiene con China desde el 2005 concluyendo que las expectativas de inversión chinas en Chile no se cumplieron, quedando a un nivel muy por debajo de lo proyectado. (Bernal Meza, 2014)
El cuarto caso de estudio se enfoca en Colombia. A diferencia de los países antes mencionados, Colombia solamente ha mostrado interés por los aspectos económicos y financieros en su relación con China, dejando de un lado cualquier otro tema político sujeto a logros económicos. (Bernal Meza, 2014). Es importante mencionar, que Colombia es el único país sudamericano que alcanzó y mantiene un acuerdo de libre comercio con los Estados Unidos, además de que históricamente mantiene importantes relaciones políticas y militares con el vecino en el norte. China por su parte, no ha mostrado interés por la relación económica y política de Colombia con los Estados Unidos, concentrando sus intereses económicos en la inversión en el sector extractivo colombiano, principalmente de hidrocarburos y carbón, explotación que indudablemente, ha dejado una importante huella ecológica.
Finalmente, el quinto caso de estudio a considerar es el Perú. El país es el más reciente allegado a las relaciones económicas con China. Desde el año 2008 Perú ha visto multiplicadas sus exportaciones a China, sobretodo en el renglón de gas natural y minerales (eje. cobre, plata, zinc, oro, sulfatos, sal mineral). (van Klaveren, 2012; Armony & Strauss, 2012; Slipak, 2014). Perú ha estado receptivo para acceder al sistema financiero chino logrando importantes acuerdos en este sector entre los años de 2011 y 2014. La mayoría de estos acuerdos están enmarcados en una amplia estrategia de construcción de importantes proyectos de infraestructura como, por ejemplo, las grandes represas de Palo Redondo y la de Angostura. Estos proyectos cuentan también con la participación de capital de construcción peruano, brasileño y español. Por otra parte, las exportaciones chinas al Perú han trastocado el sector de textiles el que para los años 2003 al 2008 llegó a representar un 47% del valor añadido de su producto interno bruto. Para el año 2013 esta participación alcanzó un 33% reduciéndose nuevamente al año siguiente para alcanzar un 31%. (Ray & Gallagher, 2015)
Conclusión
En la mayoría de los casos, las exportaciones latinoamericanas a China se concentran en actividades relacionadas a la explotación de recursos naturales, las cuales tienen un impacto ambiental negativo (aumenta la emisión de gases, consumo de agua y la desforestación), un impacto social negativo (priva a las comunidades cercanas del uso pleno del agua y desplaza a comunidades indígenas de sus territorios) y un impacto económico (hace a América Latina dependiente de la inversión china llevando a una casi desindustrialización y reducción drástica de la manufactura local). Los puntos mencionados anteriormente se respaldan en la evidencia mostrada a través de este escrito y fortalecen el argumento de que la inversión china en América Latina es una amenaza a las industrias nacionales y los prestamos dados por China a proyectos latinoamericanos no son sostenibles a largo plazo.
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Notas
[1] Ver Megha Rajagopalan, China's Xi Just Wooed Latin America with $250 Billion In Investments, 8 de enero de 2015. Business Insider. http://www.businessinsider.com/r-chinas-xi-woos-latin-america-with-250-billion-investments-2015-1
[2] El continente asiático es uno de grandes contrastes étnico culturales y demográficos, así como geopolíticos y económicos. Los rasgos y características económicas que aquí utilizamos para comparar son aquellas compartidas por los países encabezados por China, el sureste asiático (o la antigua Indochina), el archipiélago de Indonesia, la península de Corea y Japón. Es importante advertir que existe toda una región central asiática e himalaya económicamente diferente a los antes mencionados como lo son Nepal, Myanmar, Tayikistán, Kirguistán, Afganistán y Pakistán. Eso sin contar, las diferencias y contrastes igualmente amplios que prevalecen en la región del suroeste asiático, mejor conocida como el Gran Oriente Medio.
Revista [IN]Genios, Vol. 4, Núm. 1 (diciembre, 2017).
ISSN#: 2374-2747
Universidad de Puerto Rico, Río Piedras
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